Damien Hirst (1965) empezó su carrera artística como miembro emblemático del grupo Young British Artists. El publicista y galerista Charles Saatchi encumbró a este grupo a la fama mundial e hizo de Hirst su máximo exponente, financiando y respaldando su trayectoria. Él fue quien consiguió vender en 2004 –por 9,5 millones de euros– el tiburón tigre de Hirst sumergido en formol. Esta obra especialmente representativa de su arte forma parte de su serie ‘Historia Natural’, a la que también pertenecen sus ‘cabinets’ de peces en formol. En estas realizaciones contrapone una sensación de permanencia producida por su meticuloso orden científico, a lo efímero de la vida, lo que sucede también con las vacas o terneros diseccionados exhibidos en la Tate Britain de estilo minimalista, obras que le hicieron merecedor del prestigioso Turner Prize en 1995.
Otras de sus series son sus conocidos ‘Spot Paintings’: lunares de igual medida sin ninguna coincidencia de color, bautizados con nombres de narcóticos farmacéuticos y estimulantes. O sus ‘Butterflys’, con títulos de salmos que recuerdan a los rosetones y vidrieras de las catedrales y que contienen la temática preferida de Hirst: vida, muerte, arte, belleza y espiritualidad. El misterio de la muerte se representa mediante la transformación final del gusano en mariposa, símbolo del alma desde la Antigüedad.
‘The Medicine Cabinets’ son otra muestra de las preocupaciones filosóficas de Damien Hirst, artista que ha experimentado el abismo de las drogas, el alcohol y el tabaco. El arte, junto con la ciencia, es un fenómeno social de la vida en movimiento, una manera de reflejar la realidad a lo largo de la historia. En nuestra época actual, caracterizada por el triunfo de la técnica, Hirst ha conseguido hacer de sus obras iconos del arte contemporáneo.