En México hay zonas en donde rige la violencia del narcotráfico. Aún así, empresas multinacionales invierten más que nunca en el país. Pero no todo lo que brilla es oro.
«Nearshoring” es la nueva palabra mágica en México. En lugar de transportar mercancías por medio mundo en contenedores, muchas empresas buscan ahora trasladar la producción cerca de los mercados de venta más importantes.
En este proceso confluyen varios factores. La pandemia puso de manifiesto la vulnerabilidad de las cadenas de suministro; los cierres y los consiguientes fallos de producción y entrega, así como el drástico aumento de los costos de transporte, han creado enormes problemas a muchas empresas. Además, el conflicto comercial entre EE.UU. y China se ha intensificado en los últimos años. A esto se añade el aumento de los salarios en China.
Por su proximidad a EE.UU., México en particular se está beneficiando de ello, dice Schuh. Lo están demuestran las cifras. Unos 18.600 millones de dólares en inversión extranjera directa llegaron a México en el primer trimestre de 2023, un aumento de casi el 50% respecto al mismo periodo del año anterior. Y ahora, según el Washington Post, Estados Unidos importa cada vez menos bienes de China, mientras México escala como el socio comercial más importante.
Esta tendencia se ve favorecida por el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC o USMCA), que entró en vigor en verano de 2020.
Hay inseguridad, pero faltan mano de obra, agua y energías renovables
Pero también hay problemas: un proveedor automovilístico alemán está trasladando su fábrica de Tamaulipas, vecino estado de Nuevo León, porque allí los directivos sólo podían moverse acompañados de guardias de seguridad fuertemente armados.
Otro problema es la mano de obra, según el director de GTAI, es difícil encontrar personal cualificado. Además, en el norte, en particular, México también tiene graves problemas de sequía y escasez aguda de agua, que ha obligado incluso a racionarla y restringir las industrias que consumen grandes cantidades.
Otro problema adicional es que «las empresas alemanas se han comprometido a aumentar el porcentaje de energías renovables hasta 2030 en todo el mundo” y en México, las empresas tendrían que comprar electricidad a CFE, la compañía eléctrica estatal. Y CFE tiene principalmente centrales eléctricas de gas y carbón. El presidente López Obrador prefiere depender de los combustibles fósiles en lugar de la transición energética.