El artista visual Erick Meyenberg y la curadora Tania Ragasol crearon la videoinstalación “Nos marchábamos, regresábamos siempre”
Envuelta por un aura de melancólica y nostalgia, la videoinstalación “Nos marchábamos, regresábamos siempre”, del artista Erick Meyenberg y la curadora Tania Ragasol, es la representante del arte contemporáneo nacional que se exhibe en 60ª Exposición de Arte de La Biennale di Venezia, dentro del Pabellón México.
Se trata de una pieza inmersiva que combina la cinematografía, la escultura, la danza, el arte sonoro y conceptual, en la que su autor se refiere a las características en común de los grupos migrantes que han echado raíces alrededor del mundo. Esto, a través de los ojos de los Doda, una familia albanesa que él mismo conoció, la cual lleva establecida en el norte de Italia alrededor de 30 años, luego de verse en la necesidad de desplazarse cuando Albania aún formaba parte de la Unión Soviética.
“Sin una relación personal no puede aparecer lo político. Es por eso que creo que el corazón de esta pieza es la búsqueda del abordaje de la migración desde los afectos. ¿Cómo hablar desde lo verdaderamente humano sobre un tema tan latente en todo el mundo, más allá de las particularidades de la migración en México o la migración albanesa hacia Italia?”, explica Erick Meyenberbg sobre su propia creación, en entrevista con El Sol de México.
Esta videoinstalación trata de destacar los elementos universales y humanos que nos tocan a todos por igual, desde la figura del migrante que, al salir de su país e ingresar a otro, se vuelve en el extranjero, el intruso, que lleva, además de los horrores de la migración, un equipaje personal que es simbólico, emocional y hasta poético: otra especie de viaje hacia su pasado, el cual sabe irremediablemente perdido”, abunda el artista.
ENCONTRAR LO HUMANO EN LAS EXPERIENCIAS
Tanto Meyenberg como Ragasol, son hijos de familias migrantes: él de una familia alemana y libanesa, provenientes de Beirut; y ella de una familia de españoles llegados México como refugiados de la Guerra Civil Española. Es por eso que ambos encuentran gran empatía con la familia Doda y con esta pieza en la que miran el reflejo de sus propios familiares.