La inteligencia artificial (IA) ha trascendido su promesa para convertirse en una infraestructura crítica para la generación de riqueza, el bienestar social y la autonomía estratégica de los países. Naciones como Estados Unidos, China, Francia y el Reino Unido ya la tratan como una cuestión de Estado, y México debe seguir su ejemplo con una visión transformadora y una política de IA a largo plazo.
Según el economista Tyler Cowen, la IA no es una tecnología incremental, sino una plataforma de propósito general que reconfigura la economía. Monetiza capital intangible, acelera la productividad y amplifica la escalabilidad de servicios, prometiendo un impacto redistributivo. Aquellos que la adopten tempranamente verán disparada su competitividad, mientras que los rezagados perderán terreno. Cowen advierte contra frenar la innovación por miedo, sugiriendo en cambio preparar a la sociedad a través de reformas institucionales, formación de talento y una redistribución inteligente.
Deirdre McCloskey complementa esta visión, destacando que el progreso no es solo técnico, sino moral. El relato debe cambiar: la IA no debe gestionarse desde el temor, sino desde la confianza en que individuos libres, en mercados abiertos, puedan crear e innovar. Aunque existe incertidumbre (el 75.7% de los españoles la sienten, según el CIS), en Estados Unidos, los trabajos de oficina han crecido, incluso en sectores como traducción, demostrando que la IA, por ahora, complementa más que reemplaza.
Para que la IA sea una verdadera cuestión de Estado, México debe enfocarse en tres ejes fundamentales:
- Modernización ejemplar de la Administración: Desplegar la IA para transformar la gestión pública, automatizando la burocracia, orientando servicios al ciudadano y liberando talento para tareas de mayor impacto.
- Infraestructura tecnológica con visión nacional: Invertir en centros de datos, microchips, edge computing, ciberseguridad y conectividad de alta velocidad para garantizar resiliencia digital y soberanía tecnológica.
- Libertad para innovar, competir y atraer talento: Establecer marcos regulatorios proporcionados, entornos de experimentación seguros y una neutralidad institucional que atraiga centros de decisión, ingenieros, científicos y startups globales.
México cuenta con el talento y el tejido productivo necesarios para este reto. La clave está en sumar ambición y un relato compartido, basado en la dignidad, la libertad y la apertura. Solo así la IA se convertirá en la mayor oportunidad de progreso de nuestra generación.