Diversas crisis han distraído al mundo de los objetivos de desarrollo sostenible. Las diferencias entre el sur global y los países industrializados se manifestaron también en la cumbre de Nueva York.
En 2015, las Naciones Unidas se trazaron 17 objetivos de desarrollo sostenible. Entre ellos, liberar al mundo del hambre y la pobreza hasta 2030 y lograr que todos los seres humanos tengan acceso a la educación, el agua potable y energía. También la equidad de género y la limitación del calentamiento global a 1,5 grados se cuentan entre las metas declaradas.
Ahora, a medio camino, queda claro que la mayoría de esos objetivos no se alcanzarán. Según un balance intermedio de la ONU, en más del 30 por ciento de los objetivos no se registra ningún progreso, o hay incluso retrocesos. Si las cosas siguen como hasta el momento, en 2030 todavía padecerán hambre más de 600 millones de personas.
Johannes Varwick, politólogo y experto en relaciones internacionales de la Universidad de Halle, describe así la situación a DW: «Los objetivos eran de seguro ambiciosos, pero con la correspondiente voluntad política no eran del todo inalcanzables. Demasiado pocos Estados se tomaron realmente en serio los compromisos”. A su juicio, uno de los problemas radica en la visión política cortoplacista. «Crisis como la financiera de 2008, la pandemia, o ahora la guerra de Ucrania , han desplazado las prioridades. Eso es, por una parte, comprensible, pero también corto de miras”, dice.