Los 580 millones de pesos del moreirazo que México recuperó de Estados Unidos armaron una cantera. El presidente Andrés Manuel López Obrador dispuso premiar con ellos a los deportistas participantes en los Juegos Olímpicos de París. En Coahuila algunas voces reclaman su devolución al Gobierno, no al pueblo. El caso revivió el escándalo que puso al estado bajo los reflectores, cuando se descubrió que la administración de Humberto Moreira había endeudado al estado en un tiempo récord de tres años (2008-2010). Si el expresidente del PRI, Roberto Madrazo, hizo trampa en un maratón de Alemania al tomar un atajo, el moreirato y sus secuaces utilizaron decretos y documentos falsos para obviar trámites ante los bancos. La medalla de oro del descrédito se la colgaron a Coahuila.
El dinero incautado por el Departamento de Justicia norteamericano a Javier Villarreal, operador financiero del exgobernador Moreira, no es una bicoca, pero apenas alcanzaría para pagar un mes del servicio de la deuda. El presupuesto de este año (68,429 millones de pesos) dedica 6,872 mmdp a ese rubro: 2,051 mmdp para intereses, 4,596 millones para comisiones y el resto para otros conceptos. De ese tamaño es el agujero en las finanzas del estado. Al término de la administración de Moreira (2005-2011) el endeudamiento financiero se cifró en 38 mil millones de pesos; y los pasivos con proveedores, en más de cinco mmdp.
En los 13 últimos años, Coahuila ha pagado alrededor de 70 mmdp de deuda, de acuerdo con los presupuestos autorizados por el Congreso en ese periodo. La mayor parte se ha esfumado en intereses. Al cierre del primer trimestre del ejercicio en curso, el moreirazo asciende todavía a 36 mmdp (Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, Cámara de Diputados). El asunto está fuera del discurso oficial y del debate político, pero no lo suprime. El lastre ha impedido a tres administraciones responder las demandas de uno de los estados con desarrollo industrial alto. Las reestructuras han dado oxígeno y ampliado los plazos de amortización (Nuevo León, con una deuda tres veces superior a la de Coahuila, terminará de pagar solo dos años después), pero no reducen la presión sobre las finanzas estatales.
La inversión pública se desplomó en los Gobiernos de Rubén Moreira, Miguel Riquelme y Manolo Jiménez. El primero tendió cortinas de humo para cubrirle las espaldas a su hermano Humberto y protegerse a sí mismo. Los sucesores mantuvieron el status quo. El moreirazo es tema en las campañas para gobernador, pero como no ha habido alternancia, una vez pasadas las elecciones se enfría de nuevo. Las denuncias de los exsenadores Armando Guadiana y Luis Fernando Salazar ante la Procuraduría General de la República contra Humberto y Rubén Moreira por la deuda irregular, enriquecimiento y otros supuestos delitos, resultaron infructuosas. El blindaje fue para ellos; y para los exsecretarios de Finanzas, Jorge Torres López e Ismael Ramos Flores, el foso de los tiburones.
Salazar demandó también a Estados Unidos la restitución a Coahuila de los fondos confiscados a Javier Villarreal, pero fracasó por no corresponder a él la gestión, sino al Gobierno estatal como afectado. Rubén Moreira adoptó la táctica de avestruz. Reclamar el dinero era ponerse la soga al cuello y reconocer el saqueo como política de estado durante el moreirato. El presidente Andrés Manuel López Obrador logró recuperar una parte de los caudales sustraídos, y por esa razón decidió recompensar a los medallistas olímpicos.