Los equivocados no han volteado a ver a Marcelo Torres Cofiño, quien acompañando a Xóchitl por Coahuila, se sintió con el derecho a volver a competir por la presidencia de Torreón. Cercano a Marko Cortés, como muchos otros panistas de la entidad y presidente a tercios, de la Junta de Gobierno del Congreso en la 62 legislatura. Dando entonces inicio a la coalición; ya que con Marcelo como legislador, el PAN empezó a inclinarse ante el PRI hasta quedar postrado a los pies del tricolor. Ese episodio y sus cercanas relaciones con Ricardo Anaya, Marko Cortés y Damián Zepeda Vidales, donde llegó a ser presidente sustituto del PAN nacional en 2018, le hicieron sentir tal pedigrí que se lanzó a exigir Torreón nuevamente para él.
Marcelo y Marko saben perfectamente que no cumplieron el acuerdo, las porras los besos y los abrazos de los azules coahuilenses no hicieron el 20% de los votos prometidos, entonces los ganadores mandan y los perdedores se alinean y se inclinan… de nuevo.
El PRI no sería tan ingenuo de entregarle a Marcelo la candidatura de Torreón y quitar del mapa a Román Alberto que le ganó por más de 70 mil votos a Marcelo que solo le alcanzó para juntar 60 mil votos, colocándolo en un triste 3er lugar después de que MORENA logró más de 100 mil sufragios.
Marcelo debe permanecer así, de bajo perfil dentro, muy adentro de su zona de confort, gris y oportunista.