El PRI y el PAN irán en alianza en Coahuila. Saben que es la única forma de detener a Morena. Aunque, localmente aún se manifiestan dudas, solamente falta afinar el tamaño de las rebanadas que le tocarán a cada una de las facciones. No hay que perder de vista que en el 2023 se elegirá Gobernador y se renovará el Congreso del Estado. Es decir, se juega el todo por el todo en una fecha local y acotada. Para el 2024, junto a la elección presidencial se votará por alcaldes.
En la capital del país ya manejan el nombre de Manolo Jiménez como el candidato más sólido para enfrentar al poderoso partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, como alianza. Los demás ya se desinflaron. Aunque, sabemos que, en política las circunstancias mandan.
Por otra parte, en Coahuila solamente hay entre 60 u 80 panistas con influencias dentro de su partido; pero, salvo, Memo Anaya, ninguno de ellos tiene un liderazgo sólido por toda la entidad. Son familias felices que se reparten los huesos, regionalmente, cada que hay elecciones. Así, que no vale la pena tomarlos muy en serio cuando cuestionan la posibilidad de ir en alianza. Por su parte, los priístas son disciplinados y tienen más que perder, pero no son un bloque monolítico, hay fracturas. La temporada de deserciones y traiciones está abierta, también.
Lo que estará en juego, en la Madre de Todas las Elecciones en Coahuila, es muy relevante. Lo de alegar ideologías, honestidad o pedigríes son patrañas. Actualmente, sus únicos enemigos son los morenistas quienes obedecen el confuso credo lopezobradorista, pero que son tan aspiracionistas como cualquier coahuilense. Lo que realmente estará en riesgo, será el desplazamiento de la clase política dominante actual. La victoria morenista buscaría consolidarse como gobierno persiguiendo judicialmente a destacados tricolores y albiazules. Eso, le meterá mayor pasión a las batallas. Sobre los hombros de Manolo recaerá la responsabilidad de vencer al colmilludo tabasqueño. Si él falla habría un terremoto político. Veremos