Es la primera vez que una muestra de esta ambición confronta a dos genios de la pintura francesa, que además de amigos eran rivales. Y por si esto no fuera poco, también cuenta con la gran obra maestra de Manet, Olympia, que se ha atrevido a cruzar el atlántico para contribuir con su precoz modernidad al diálogo de la fascinante relación artística entre ambos.

Tal es el poderío del Metropolitan Museum que ha conseguido que el propietario de esta pintura, el Musée d’Orsay, preste el cuadro más importante de su colección. El desnudo más famoso de la historia del arte, el de una prostituta y su criada negra. Sería como dejar viajar el Guernica o Las Meninas. Un antes y un después, y todo por el estudio de la intrigante relación entre Manet y Degas.
Una exposición imprescindible, absolutamente placentera a la vista, sino fuera por el sempiterno obstáculo de las masas que congregan este tipo de acontecimientos artísticos y los maestros impresionistas en concreto.
El Metropolitan de Nueva York está de celebración. La pinacoteca nunca antes había juntado a estos dos contemporáneos para ofrecer una nueva perspectiva de su trabajo y de su relación, que trascendía lo artístico. Reunir 160 obras entre pinturas y obra en papel ha sido posible gracias a la suma de las imponentes colecciones del Met y del Orsay. Casi la mitad de las obras pertenece a uno u otro museo. De hecho, la exposición, con variaciones, debutó en el Orsay hace unos meses.
Está demostrado que las salas de los impresionistas de las colecciones permanente de museos son de las más concurridas, por lo tanto, una exposición de estos dos gigantes del impresionismo es ya de por sí, un éxito asegurado. Además de este caballo ganador, son un acierto los textos tan informativos que contienen las grandes cartelas de las paredes, el montaje, sencillo pero elocuente a la hora de resaltar el diálogo de ambos y, lo más importante, resulta apasionante el relato de la relación entre ellos que, a pesar de la escasez de documentación, cuenta con mucho suspense. Ya solo el título de la primera sección es una invitación al resto: “Una relación enigmática”.

LA HISTORIA DE UNA RIVALIDAD
Manet (1832-1883) nació dos años antes que Degas (1834-1917), los dos eran parisinos y de familias burguesas adineradas que además interactuaban socialmente. Se conocieron en las salas del Louvre donde Degas estaba haciendo un grabado a partir del retrato de Velázquez de la Infanta Margarita Teresa —hoy en el Grand Palais de París—. Y se sabe que simultáneamente en el tiempo, Manet hizo otro grabado de la misma obra velazqueña. El interés mutuo en Velázquez fue una de sus similitudes.
La presentación en sociedad de Manet fue mucho más sonada que la de Degas en el Salón des Refusés en París en 1863, la arena donde públicamente se hacía la crítica artística. Su obra, Desayuno en la hierba, un desnudo de una mujer con dos hombres vestidos haciendo un picnic dividió a la crítica por su audacia. Esta espectacular obra del Musée d’Orsay fue el detonante del siguiente aclamado desnudo de Manet, dos años después, Olympia.