“El proyecto que les presento está evidentemente anclado en nuestro momento, es decir, el del retorno de lo trágico en la Historia”, dijo Macron al inicio de una intervención de una hora y media, seguida de dos horas y media de preguntas de los periodistas.
El programa de Macron es continuista, si es que puede hablarse de continuidad tras un quinquenio lleno de sobresaltos como la revuelta de los chalecos amarillos, la pandemia y la invasión rusa de Ucrania. Entre las medidas estrella figura la elevación de la edad de jubilación de los 62 años actuales a los 65 y la obligación, para los receptores del ingreso mínimo, de 15 a 20 horas de actividad semanal, formándose o trabajando.
Entre las medidas estrella figura la elevación de la edad de jubilación de los 62 años actuales a los 65 y la obligación, para los receptores del ingreso mínimo, de 15 a 20 horas de actividad semanal, formándose o trabajando.
A la pregunta sobre si estas propuestas confirman que, pese a su vocación centrista, tiende a la derecha, contestó aludiendo a Charles de Gaulle, padre de la Francia moderna. “En este tema”, declaró, “asumo ser bastante gaullista. El general decía: ‘Francia es de izquierdas cuando está a favor del movimiento, el cambio. Y necesita decisiones de derechas: el orden, el trabajo, el mérito’. En mi programa hay reformas y ambiciones con una inspiración que podría decirse que es de izquierdas, y otras de inspiración de derechas”.
La presentación y la rueda de prensa de este jueves son un ejercicio muy francés. De todo candidato mínimamente creíble se exige un programa detallado. Y con una estimación del precio. El de Macron costará 50.000 millones de euros anuales hasta 2027, que deberían financiarse gracias el crecimiento económico y las reformas.