La coalición Va por México ha obtenido dos gubernaturas (Aguascalientes y Durango) en 18 elecciones donde el PAN, PRI y PRD han participado bajo su bandera. Morena y sus aliados ganaron 16 estados, la mayoría con márgenes holgados (Hidalgo) y otros por una nariz (Campeche, donde MC ocupó el segundo lugar). Coahuila y Estado de México, se resolverán este domingo. Las tendencias apuntan hacia una decisión salomónica: el primero para la coalición y el segundo para el partido guinda y sus socios (PT y PVEM). En política nada está escrito, pero aun en caso de empate, el ganador sería el presidente López Obrador. Pues Edomex y Ciudad de México, en poder de Morena, concentran más del 20% de la lista nominal de electores del país.
En su desesperación por levantar cabeza, los grupos de poder detrás de Va por México presentan a Coahuila y Estado de México como la tabla de salvación para arrebatarle a AMLO la presidencia de la República el año próximo. Morena se hizo con la silla del águila sin gobernar ningún estado (ahora tiene 22). El bloque opositor carece de figuras y a la 4T le sobran. Acción Nacional habría condicionado las postulaciones de los priistas Manolo Jiménez y Alejandra del Moral (Edomex) al nombramiento del candidato presidencial. Organizaciones ciudadanas demandan incluir en la baraja a representantes de la sociedad civil, pero los dirigentes del PAN y el PRI, Marko Cortés y Alejandro Moreno, han hecho mutis.
El expresidente Felipe Calderón ha fustigado la obstinación de Cortés y de Santiago Creel, líder de la Cámara de Diputados y suspirante por la presidencia, por desdeñar a Fausto Barajas, antiguo colaborador suyo y actual secretario de Movimientos Sociales del partido naranja (MC). «(…) sé que la avaricia y la estupidez de los dirigentes de @Acción Nacional le cerraron una y otra vez el paso para ser candidato e incluso para afiliarse al PAN, como quería y debió haber ocurrido. (…) que el PAN entienda, como he dicho varias veces, que si no se abren acabarán solos», publicó el 7 de mayo en Twitter.
Coahuila podría ser un laboratorio para la sucesión del 24 en el tablero de AMLO. La favorita del presidente es la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien encabeza las encuestas. Morena eligió con ese método a su candidato a la gubernatura, Armando Guadiana. Ricardo Mejía impugnó el resultado y se lanzó por el PT. El exsubsecretario de Seguridad ha sido respetuoso con el presidente, pero al líder de Morena, Mario Delgado, lo acusa de «corrupto y traidor a la democracia: se ha dedicado al mercadeo de candidaturas, a tratar de colocar sus negocios, sus consultorías en los aspirantes, y cuando puede desviar la información y el curso de las cosas, tergiversa, faltando a la confianza que le han depositado» (La Jornada, 01.16.23).
Mejía no es el único en rebatir la elección de candidatos por sondeos de opinión. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, segundo en las preferencias ciudadanas y de Morena para la nominación presidencial, cuestiona: «Si hay línea, ¿para qué hay encuesta?». Sheinbaum defiende el procedimiento debido a su posición y desde un principio apoyó la candidatura de Guadiana, así haya sido de dientes afuera. Una forma de evitar que la crisis en Coahuila contaminara la sucesión, pusiera en entredicho la autoridad de AMLO y arriesgara la permanencia de Morena en el poder, era conformar al PT con una gubernatura. Así pasó en San Luis Potosí con el Verde, y en Morelos con Encuentro Social. Sin embargo, el partido de Alberto Anaya volvió a venderse por un plato de lentejas.