Después de cierta edad nuestros movimientos vienen acompañados de una serie de gruñidos, quejidos y gemidos. Los expertos intentan explicar qué hay detrás.
Meryl Alappattu, profesora asistente de investigación de fisioterapia en la Universidad de Florida e integrante de la facultad en el Centro de Excelencia de Investigación e Intervención del Dolor, me dijo que cuando se reclina para recoger cosas, “como que gruño y exhalo: ‘Ay, madre mía’ en el idioma de mis padres, que es el malabar, un dialecto indio”.
A medida que las personas envejecen, explicó Alappattu, “solo agacharse para recoger cosas del suelo puede requerir un poco más de esfuerzo y, por lo general, nos preparamos”. Y exhalar, comentó, “podría estar contribuyendo a ese gruñido o cualquier sonido que hagas”.
La sinfonía de sonidos que hacemos puede tener una serie de causas distintas. “Creo que hay un componente físico, un componente mental, un componente voluntario y un componente involuntario”, dijo Tracy E. K. Davis, profesora asociada especializada en envejecimiento y promoción de la salud en la Universidad de Rutgers.
El dolor y la rigidez que a menudo llegan con la edad, por ejemplo, pueden generar ruidos de resoplido, dijo Davis. Y estar mucho tiempo sentado puede ayudar a provocar esos sonidos, dijo Lindsay DiStefano, directora del departamento de kinesiología de la Universidad de Connecticut. Cuando te sientas por periodos prolongados, los músculos de la cadera se tensan, lo que hace que sea un poco más difícil ponerse de pie, aseguró.
David Matsumoto, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Francisco, dijo que estos pequeños gritos de ayuda podrían ser una forma de “decirle a otras personas que pasamos por un momento difícil al hacer esos movimientos”.
¿Dónde nos deja eso a aquello de nosotros a quienes exhalamos “ugh”, “hrrg” y “uffff” en nuestro camino hacia la mediana edad? Si los sonidos no te molestan, no les prestes atención, dijo Alappattu. Pero si te afectan, comentó, trata de ser más consciente de tus movimientos. “A medida que te preparas para un esfuerzo, asegúrate de hacerlo de manera lenta y controlada y opta por una respiración más lenta, en lugar de dejarla salir toda de una sola vez”, sugirió.
Y consuélate: si suenas como un levantador de pesas cuando te agachas, no estás solo. Hace poco le pregunté a casi todas las personas de esta edad que conozco si alguna vez hacen el “quejido de la mediana edad”. Nadie me pidió que les explicara qué quería decir.