Los nuevos satélites que orbitan la Tierra a altitudes muy bajas pueden dar como resultado un mundo donde nada esté realmente prohibido.
Durante décadas, los expertos en privacidad han sido cautelosos a la hora de espiar desde el espacio. Temían que los satélites fueran lo suficientemente potentes como para acercarse a los individuos, capturando primeros planos que pudieran diferenciar a los adultos de los niños o a los bañistas vestidos de aquellos en estado de naturaleza.
Ahora, de repente, dicen los analistas, una startup está construyendo una nueva clase de satélite cuyas cámaras harían, por primera vez, precisamente eso.
«Somos muy conscientes de las implicaciones para la privacidad», dijo en una entrevista Topher Haddad , director de Albedo Space , la compañía que fabrica los nuevos satélites. La tecnología de su empresa tomará imágenes de las personas pero no podrá identificarlas, afirmó. No obstante, Albedo, añadió Haddad, estaba tomando medidas administrativas para abordar una amplia gama de preocupaciones sobre la privacidad.
Cualquiera que viva en el mundo moderno se ha familiarizado con la disminución de la privacidad en medio del aumento de las cámaras de seguridad, los rastreadores integrados en los teléfonos inteligentes, los sistemas de reconocimiento facial, los drones y otras formas de monitoreo digital. Pero lo que hace que la vigilancia aérea sea potencialmente aterradora, dicen los expertos, es su capacidad de invadir áreas que antes se consideraban intrínsecamente prohibidas.