En lo que al desarrollo y oportunidades de sus jóvenes se refiere, México ocupa el lugar 143 de entre los 183 que aparecen en el Reporte Índice Global de Desarrollo Juvenil 2023 (IGDJ), elaborado por la Mancomunidad de Naciones, una organización compuesta por 56 países soberanos que comparten lazos históricos con el Reino Unido, y difundido el viernes pasado. Puede verse en https://shorturl.at/sJOU4
El reporte indica que los desafíos y oportunidades en el desarrollo juvenil que enfrentan países alrededor del mundo son de gran relevancia. Al analizar la evolución de los jóvenes en áreas clave desde 2010 hasta 2022, no solo muestra progresos sino también profundas disparidades en temas como educación, empleo, igualdad, salud, paz y participación política. En México, estos hallazgos resuenan con especial intensidad dado el contexto político actual.
Los candidatos presidenciales deberían prestar atención a este informe que, además de colocar a nuestro país en el lugar 143, lo ubica en posiciones desfavorables en los diferentes temas que mide: 104 en educación, 106 en empleo y oportunidad, 98 en igualdad e inclusión, 97 en salud y bienestar, 108 en paz y seguridad, y notablemente bajo, en el puesto 154, en participación política y cívica.
Estos datos sugieren que México tiene un desempeño regular a malo en salud y bienestar para sus jóvenes y que existe un amplio margen de mejora en la participación de los jóvenes en actividades políticas y cívicas. El bajo rango en Participación Política y Cívica podría reflejar las limitadas oportunidades para que los jóvenes influyan en las decisiones políticas o participen en actividades cívicas, lo cual es un aspecto crucial del desarrollo juvenil integral.
Los mejores desempeños internacionales en el IGDJ los lideran Singapur, Dinamarca, Portugal, Islandia, Eslovenia, Noruega, Irlanda, España, Malta y Suiza, lo que subraya la efectividad de sus políticas públicas orientadas a los jóvenes. De los 20 países de América Latina, México solo está mejor posicionado que Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Estos datos deberían servir a los políticos mexicanos que hablan mucho de los jóvenes sin conocerlos realmente. La juventud no solo es un demográfico clave por su número, sino por su potencial transformador en la sociedad.
Los jóvenes mexicanos enfrentan obstáculos significativos que limitan su desarrollo integral y sus oportunidades de contribuir efectivamente al tejido social y económico del país. Los candidatos presidenciales deben mirar estos datos y preguntarse: ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Cómo podemos mejorar el entorno para nuestros jóvenes? Más aún, ¿cómo podemos asegurarnos de que las políticas implementadas realmente se traduzcan en mejoras tangibles que sean sentidas por ellos?
Un país que no invierte en su juventud es un país sin futuro. Las políticas deben ser diseñadas con una perspectiva de largo plazo, asegurando que los jóvenes no solo se sientan escuchados, sino que realmente tengan espacios para participar y liderar. Este es el desafío para los próximos líderes de México. Los jóvenes no son solo votantes pasivos, son agentes activos de cambio. Captar su energía y creatividad no solo es un deber político, sino una estrategia inteligente para el progreso nacional.