El presidente Andrés Manuel López Obrador mueve los hilos de la sucesión como ninguno de sus últimos predecesores. Carlos Salinas de Gortari, uno de los jefes de Estado y de Gobierno más fuertes de México, perdió el control luego del levantamiento zapatista en Chiapas y del asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, ocurridos entre enero y marzo de 1994. Morena resolvió sin contratiempos mayores la nominación de Claudia Sheinbaum, quien se afianza como favorita para ganar las elecciones. Entretanto, en el Frente Amplio y los poderes fácticos crecen las dudas con respecto a Xóchitl Gálvez, pues no parece ser el perfil más adecuado. Mientras la decepción cunde entre los partidos del bloque opositor (PAN, PRI y PRD) y la estrella de Marcelo Ebrard se apaga, Sheinbaum recorre el país a banderas desplegadas.
La única sustitución de un candidato presidencial ha sido la de Colosio. El PRI postuló tras su muerte a Ernesto Zedillo. No era el «plan B» de Salinas, pero sí el único habilitado. Salinas prefería a Pedro Aspe, pero el secretario de Hacienda no podía ser el relevo, pues la Constitución le exigía renunciar al cargo seis meses antes de la elección (artículo 82). La otra alternativa era Fernando Ortiz Arana, líder del PRI, pero el presidente lo eliminó sin miramiento. Con el voto sentimental y el aparato de su lado, Zedillo logró vencer a Diego Fernández (PAN) y a Cuauhtémoc Cárdenas (PRD).
La falta de figuras opositoras competitivas para la sucesión de 2024 hizo volver la vista atrás y encontrar a un político fresco, atractivo y con apellido, pero aún sin experiencia: Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey por Movimiento Ciudadano. Dante Delgado, fundador del partido naranja, y Colosio padre fueron amigos. Ambos formaron parte de la LIII Legislatura federal (1985-1988). Colosio Riojas ingresó a la política quizá animado por Delgado, pues su proyecto de vida era otro. Del asesinato de Luis Donaldo se culpó a Salinas por retirarle su apoyo después del discurso del 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución. Ante la clase política y millares de invitados, el candidato dijo ver «un México con hambre y sed de justicia» y agraviado por la arrogancia del poder.
Colosio hijo inició simbólicamente su carrera por la alcaldía regiomontana en Lomas Taurinas de Tijuana, donde el 23 de marzo de 1994, según la versión del Gobierno de Salinas, un «asesino solitario» terminó con los sueños y la vida de su padre. «Antes de iniciar esta nueva etapa de mi vida vengo aquí a perdonar, pero también a invitar a toda mi gente a perdonar conmigo. Perdono a los cobardes que me arrebataron a mi padre, haciendo hasta lo inimaginable con tal de sacar a Colosio de la contienda. Perdono al asesino que tomó su vida», expresó en su cuenta de Twitter (ahora X) a través de un video difundido el 11 de febrero de 2021.
Colosio Riojas tenía ocho años cuando «el país tomó un drástico cambio de rumbo; (entonces) se desmoronaron cientos de miles de ilusiones esperanzadas en un México futuro: de trabajo, de oportunidad. Pero más allá de eso, nos dio un crudo ejemplo del odio y las ambiciones de la gente cobarde», dijo al pie de la estatua de su padre. Cerrarse al canto de las sirenas y declinar una posible candidatura presidencial, refleja madurez. Emprender proyectos políticos mayores es prematuro, máxime con la fuerza de Morena en estos momentos. Colosio prefiere foguearse. Podría ser el futuro gobernador de Nuevo León y desde esa plataforma buscar la presidencia en 2030. Tiene edad y ha dado muestras de talento.