James Clear, en su libro Hábitos atómicos, nos cuenta que cuando iniciaba la preparatoria, recibió un fuerte golpe en su nariz, debido a que a uno de sus compañeros se le soltó el bat de beisbol. Esto le provocó que ya no pudiera jugar beisbol, deporte que era su pasión. Lo que le ocasionó una lesión muy seria, pues el tejido blando de su cerebro se incrustó en la pared posterior de su cráneo. A pesar de ello, estaba decidido a que esa lesión no le impidiera cumplir sus metas. Sin embargo, no le fue fácil, muchas veces se deprimió y la voluntad de seguir adelante se doblaba. Tardó un año en volver al campo de beisbol y cuando lo hizo, no le fue posible, a pesar de su determinación, de volver a jugar en el mismo nivel en que lo hacía cuando sufrió el accidente. Y aunque después con el tiempo pudo ser admitido en el equipo, ya casi no le fue posible entrar al campo de juego.
A pesar de todos los obstáculos, quería ser un gran jugador. Estaba convencido de que nadie lo iba a lograr por él, que él era el único responsable de alcanzarlo. Y en su texto, Clear pasa luego a contarnos lo que hizo para conseguir buenos hábitos. Nos dice que “mientras mis compañeros se desvelaban jugando videojuegos, yo desarrollé buenos hábitos de sueño y todas las noches me iba a dormir temprano. En el desordenado mundo del dormitorio universitario, yo me propuse mantener mi habitación limpia y ordenada”.
Pero este proceso de construcción, de poco a poco ir adquiriendo buenos hábitos, no le proporcionó resultados inmediatos. Éstos tardaron meses en rendir frutos. James Clear sostiene que todos enfrentamos retos a lo largo de la vida. Que el percance del golpe de un bat de beisbol fue uno de sus retos al que la vida lo enfrentó y la experiencia le enseñó una lección fundamental: “Los hábitos que en un principio pueden parecer pequeños y poco significativos, se transformarían en resultados extraordinarios si tienes la voluntad de mantenerlos durante varios años”.
También Clear nos comparte que adquirió la rutina de escribir y sistematizar sus conductas, así fue acumulando notas relacionadas con sus hábitos personales que poco a poco iba desarrollando. Y ello lo llevó a empezar a publicar un artículo nuevo cada lunes y jueves. En pocos meses, este simple hábito de escritura lo llevó a reunir su primer millar de suscriptores por correo electrónico. Para 2013, ese número había crecido a 30 mil personas. Y remata: “Los pequeños hábitos que cultivé me ayudaron a desarrollar todo mi potencial”.
La columna vertebral de su libro Hábitos atómicos, es su método de cuatro pasos para desarrollar hábitos —señal, anhelo, respuesta y recompensa—, así como las Cuatro Leyes para Cambiar la Conducta que se desprende de ellos.
En relación con el modelo de Skinner (padre del conductismo radical), James reconoce que hizo una excelente labor explicando cómo los estímulos externos influyen en nuestros hábitos, más, sin embargo, no ofrece ninguna explicación respecto a la manera en que nuestros pensamientos, sentimientos y creencias influyen en nuestro comportamiento. También aclara que no existe una manera correcta de crear mejores hábitos. Pero está convencido que los pequeños cambios generan una gran diferencia.
¿Por qué los pequeños hábitos generan una gran diferencia? Dice que el éxito es el producto de nuestros hábitos cotidianos, no de transformaciones drásticas que se realizan una vez en la vida. Las pequeñas batallas que ganamos cada día son las que definen nuestro futuro. Todas las cosas importantes provienen de comienzos modestos.
Y agrega que la sabiduría prevaleciente afirma que la mejor manera de alcanzar lo que queremos en la vida consiste en establecer metas específicas y viables. Y pasa a preguntarse: ¿Si ignoras tus metas y te enfocas únicamente en tu sistema, podrías también alcanzar el éxito? Está convencido de que la respuesta a esta pregunta es afirmativa. Porque la meta siempre estuvo ahí. No fue hasta que se implementó un sistema de pequeñas mejoras continuas cuando se logró alcanzar un resultado totalmente distinto a los anteriores.
Lo que realmente necesitamos cambiar son los sistemas que nos llevan a tener esos resultados. Para que en verdad logres una mejora perdurable, debes resolver los problemas a partir de los sistemas. Las mejoras continuas te conducirán a los buenos resultados.
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