En los últimos años se ha multiplicado la presencia de estructuras de cristal en las grandes ciudades. Un material que, según varios estudios, está propiciando un menoscabo en la población mundial de aves, además de un efecto invernadero a su alrededor conocido como “isla de calor urbano”.
Cada año, millones de pájaros mueren al chocar contra innumerables edificios, a menudo de día, por el simple reflejo de sus flamantes fachadas de cristal. En otras ocasiones de noche, distraídos por las brillantes luces que proyectan hacia el cielo. Hablamos de cientos de especies de aves, algunas comunes y otras más raras, estampadas contra este frontón silencioso, símbolo de la arquitectura moderna, que inunda el skyline de cada vez más ciudades.
Canadá también cuenta con su particular muro a lo largo de la costa noroeste del lago Ontario. Una barrera que tratan de atravesar varias rutas migratorias, no siempre con éxito. American Bird Conservancy asegura que el impacto ya ha supuesto la disminución de la población mundial de las aves.
Hagamos un inciso.
Si llegados a este punto del artículo, le importa más bien poco el hecho de que unos cuantos pájaros mueran cada año, le damos otro motivo para cambiar de opinión. Según varios estudios, como por ejemplo ‘Why Birds Matter: Avian Ecological Function and Ecosystem Services’, la disminución del número de aves provoca una pérdida de valiosos recursos ecológicos para el ser humano, al ser responsables de dispersar las semillas de hasta el 92% de las especies de árboles y plantas leñosas que hay en el mundo, o controlar plagas como la del gusano cogollero del abeto, entre otros. Y todo esto se traduce en dinero.
¿POR QUÉ HAY AHORA TANTOS EDIFICIOS DE CRISTAL?
El vidrio comenzó a utilizarse tímidamente en los edificios a comienzos del siglo XX, en los inicios de la llamada arquitectura moderna, aunque ha sido mucho más tarde cuando ha vivido un ‘boom’ hasta acaparar íntegramente sus fachadas. Hoy, ocho de los 10 rascacielos más altos del mundo están envueltos en este material. Pero son innumerables los que se reparten ya por las grandes ciudades consumiendo toneladas mensuales de energía en aire acondicionado y calefacción, y propiciando un efecto invernadero a su alrededor conocido como “isla de calor urbano” (por cierto, no deja de ser curioso que una compañía te explique lo malas que son estas islas y al mismo tiempo tenga una torre de cristal en Bilbao que la esté propiciando).
El nuevo edificio de viviendas de vidrio diáfano diseñado por Richard Meier en la Grand Army Plaza de Brooklyn, también ha despertado la preocupación de distintas organizaciones, por la multitud de colisiones que se producen al día. Exactamente igual que el Circa Central Park, un brillante edificio de 11 pisos con apartamentos multimillonarios que reflejan los árboles de un gran parque que tienen justo enfrente, en este caso obra del estudio FXFowle Architects.
Los nuevos proyectos que están por venir tampoco son muy diferentes: el Tour Triangle del estudio de arquitectura Herzog & Meuron (una descabellada pirámide transparente, por supuesto, toda de cristal); la Jeddah Tower de Adrian Smith + Gordon Gill, The Spiral llevada a cabo por BIG… Otro que merece una mención aparte es el recién inaugurado Depot Boijmans Van Beuningen, un edificio totalmente de vidrio espejado en Róterdam del estudio de arquitectura holandés MVRDV. El edificio Shard de Londres del italiano Renzo Piano, el Prada Store de Herzog & Meuron, el edificio Aldar en Abu Dabi de MZ Arquitects… En definitiva, son tantos que se antoja complicado encontrar uno que no incluya este elemento decorativo. Y como no tenemos ni idea de arquitectura, lo primero que hemos hecho es preguntar a los expertos: ¿de dónde viene esta obsesión?
Juan Coll-Barreu, cofundador y director de Coll-Barreu Arquitectos, nos transmite un patrón que parece repetirse en la mayoría de estudios: “En muchos de los proyectos que trabajamos hay vidrio. Lo quieren los clientes.
Según nos reconocen desde una conocida consultora inmobiliaria, actualmente “todas las empresas quieren tener su oficina de cristal. Y cuanto más grande, mejor. Al igual que existió un ‘boom’ en la época del brutalismo, en el futuro hablaremos de cuando construimos con cristal todos nuestros edificios”.
Sea por razones prácticas o estéticas, lo cierto es que son tantas las colisiones que se producen por culpa de este material que en Nueva York se ha aprobado una ley que exige a los nuevos edificios usar vidrio solo apto para aves. Normativa que también afecta a los reemplazos de los antiguos.
En la mayoría de los países no disponemos de ninguna ley. Tampoco de informe alguno. Pero si hay edificios de cristal. Y muchos.