El PRI sobrevivió a la primera alternancia porque controlaba la mayoría de los estados y el Congreso, por la red de intereses tejida en más de siete décadas y por sus vínculos con los poderes fácticos. Además era la fuerza política mejor organizada y disponía de cuadros sólidos y expertos. El PAN le facilitó la tarea de regresar a Los Pinos 12 años después. Sin embargo, el dinosaurio desperdició la oportunidad y no se preparó para la tercera alternancia, con Morena. Hoy da las últimas boqueadas. El periodista Gerardo Moyano escribe al respecto, en la reciente edición de «Espacio 4», que si Enrique Peña Nieto pasará a la historia como uno de los peores presidentes de México, Alejandro «Alito» Moreno será recordado como el sepulturero del PRI:
«En los últimos cinco años al frente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), con Carolina Viggiano Austria como secretaria general y el protagonismo de su esposo Rubén Moreira Valdez, el PRI ha sufrido la pérdida de 12 de las 14 gubernaturas que controlaba, conservando únicamente Coahuila y Durango. Además, ha registrado una disminución de millones de votos a nivel federal. Este declive se ha visto exacerbado por la salida de numerosos líderes priistas, quienes han renunciado o sido expulsados por cuestionar las decisiones de Alejandro Moreno.
»Pero esto no ha frenado la ambición del exgobernador de Campeche. Por el contrario, a pesar de la masiva pérdida de votos en las elecciones del pasado 2 de junio, Alito no solo aseguró un escaño en el Senado, sino que prolongará su permanencia en la dirigencia mediante cambios arbitrarios en los estatutos del partido fundado por Plutarco Elías Calles en 1929. El 7 de julio pasado, pese a la oposición de algunos delegados priistas, la asamblea nacional aprobó una reforma estatutaria para que Moreno extienda su ejercicio hasta por ocho años más. Una vez que el Instituto Nacional Electoral (INE) valide los documentos, se convocará a una asamblea para la renovación de la dirigencia nacional.
»La reforma establece que los titulares de la presidencia y la secretaría general del PRI podrán ser reelectos hasta por tres periodos consecutivos, cada uno de cuatro años. Moreno respondió agresivamente a sus críticos y amenaza con expulsarlos por dañar la “imagen” del partido. Entre los disidente se encuentran exdirigentes como Dulce María Sauri, Manlio Fabio Beltrones, Pedro Joaquín Coldwell y Enrique Ochoa, así como el exsecretario de Educación, Aurelio Nuño. (…)».
A estas alturas, a Moreno y sus secuaces les interesa, más que el poder, evadir la justicia con el fuero. Moyano cita un reportaje de Claudia Guerrero («Alito: Ave de las tempestades»), donde retrata fielmente al campechano (Reforma, 14.07.24). «Alito pasó de ser un porro estudiantil a un político poderoso con propiedades millonarias, gustos lujosos y múltiples investigaciones penales por delitos de lavado de dinero, evasión fiscal y peculado. La carrera de Moreno empezó en 1999, cuando, bajo las órdenes del gobernador de Campeche, José González Curi, encabezó una incursión violenta en la Universidad Autónoma del Estado para forzar la renuncia del rector José Alberto Abud Flores. Como recompensa, obtuvo una sindicatura en el Ayuntamiento de Campeche y la dirigencia del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) en la entidad». recuerda Guerrero. Al PRI lo fundaron generales y lo sepultó una pandilla.