Mejía se sumó sin invitación. El sólido 40 por ciento de intenciones de votos por Morena, que exhibía las debilidades del PRI coahuilense con su escaso 28 por ciento y del PAN con el 15, ya se esfumó. Ahora, ese porcentaje quedó dividido en dos porciones: 25 para Armando Guadiana y 15 para Ricardo Mejía. La alianza prianista trae el 40. Al partido del presidente, le costará mucho trabajo ganar Coahuila, si Armando Guadiana no cierra las cicatrices que abrió el exsubsecretario federal. Las traiciones y escándalos en Morena dan ventajas a la alianza, desde antes del arranque. Es claro, que esta elección será definida por los clasemedieros, pero deberán acudir a votar en gran escala.
Ricardo Mejía Berdeja, tiene poco tiempo para demostrar que su aspiración es viable, para que no cunda el desánimo entre sus seguidores. El Partido del Trabajo, que lo postula, solamente aporta de uno a tres puntos porcentuales. Ni siquiera tiene registro estatal, por su escasez de votos y simpatías en Coahuila. Sin embargo, esos puntitos serían muy útiles en la alianza grande que hacía Morena con el Verde y el PT, en una contienda cerradísima como la que se pronosticaba. A Memo Anaya, el panista, hace seis años le faltaron menos de tres puntos porcentuales para ganarle a Miguel Riquelme, el priista. Ahora, el enemigo a vencer de ellos dos es detener el avance morenista que amenaza con extinguir al tricolor.
En este momento, la apuesta del exfuncionario de AMLO será convertir la competencia que inicia entre dos grandes bandos poderosos, en una disputa entre tres fuerzas políticas. Pero, para poder hacerlo, debe crecer rápidamente y su estrategia deberá concentrarse en ese objetivo. Por una parte, deberá apoderase de los votos anti prianistas y anti moreiristas; además, debe conseguir una parte de los morenistas fieles al presidente y de los acarreables de los programas sociales. Luego, deberá buscar a los antiprianistas indecisos o confundidos.
En estos momentos, ya no bastan las habladas. ni los desplantes en redes de algunos de sus seguidores muy jugados y tan desprestigiados. Es tiempo de construir realidades electorales ya no basta el ruido, se necesitarán miles de votos.
Será una disputa en un marco de repudio al Prian, y a sus cuadros desgastados, y el rechazo a Andrés Manuel López Obrador y a su forma de gobernar, de conducirse y de los malos resultados de su gobierno. En esta puesta en escena, hay pocos héroes y aparecerán muchos villanos y traidores. Será una lucha en super libre, entre rudos.
AMLO ya quemó varios de sus grandes activos, el suyo es un gobierno y un partido plagado de impresentables, señalados por corrupción. Hasta el propio presidente ya ha sido marcado como el Rey del Cash, en amplios sectores de la población. No habrá santos en la competencia y los demonios ya andan sueltos. Es política a la mexicana en medio de las crisis de violencia y económicas. Ni más ni menos. Es la lucha por el poder.
De esta manera, la disputa electoral coahuilense será ríspida. Será un campo minado en el que los misiles viajarán hacia los tres frentes, principales, en conflicto. Tiene un mes Ricardo para alcanzar a Guadiana; y el mismo tiempo, tiene don Armando, para acercarse a Manolo Jiménez, el puntero.
Morena va dividida por sus principales figuras y así, es casi como un partido más. El tricolor, por su parte, inicia ordenado y bajo un buen plan de campaña. Su discurso es confuso aún. Lo cierto es que no será una disputa electoral ideológica, es acerca de la calidad de vida y de la seguridad para las familias coahuilenses. Aunque, no se descartan los votos de castigo a la corrupción que salpica a todos los partidos en Coahuila y el país. ¿Cuál será el villano favorito en la campaña? Veremos. Las cosas se ponen interesantes.