Declaraciones de Antonio Guterres incrementaron las tensiones entre Israel y las Naciones Unidas. Pero las relaciones entre ambas partes han sido complicadas desde hace tiempo.
La indignación no se hizo esperar. Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí dijo que Antonio Guterres había traspasado una «línea roja” y había «justificado las atrocidades de Hamás”.
El embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, demandó la inmediata dimisión del secretario general del organismo. Y el Gobierno de Israel anunció incluso que negará visas a representantes de la ONU. Guterres había condenado duramente el sangriento ataque de Hamás contra Israel, pero indicó que este «no surge de la nada», que los palestinos sufren desde hace décadas la ocupación israelí y que Israel transgrede en la Franja de Gaza el derecho internacional humanitario.
Tales palabras levantaron olas en el Consejo de Seguridad de la ONU; los representantes de diferentes países se lanzaron reproches recíprocos de «falta de empatía” y falta de «proporcionalidad”. Guterres, a su vez, dijo sentirse conmocionado y «mal interpretado”.
Resoluciones bloqueadas
La profunda brecha que divide a la propia ONU quedó una vez más en evidencia poco después, en el Consejo de Seguridad, donde había dos resoluciones a debate. En el fondo, ambas apuntaban al mismo objetivo: que las armas callaran, para poder enviar ayuda humanitaria a la bloqueada Franja de Gaza.
El primer borrador, presentado por Estados Unidos, solo demandaba pausas en el fuego, el conocimiento del derecho de Israel a la autodefensa y que se dejara de armar a grupos extremistas como Hamás en Gaza. La propuesta fracasó por el veto de China y Rusia. Ambos países demandaron en cambio en su borrador un cese del fuego y la retirada de la exhortación israelí a los civiles a evacuar el norte de la Franja de Gaza, debido a la proyectada ofensiva terrestre. Esta propuesta fue bloqueada, a su vez, por Estados Unidos y Gran Bretaña.