La violencia deja huella en los genes de las mujeres que las sufren, pero también de sus propias hijas y nietas. Es lo que desprende una nueva investigación que ha analizado las cicatrices genéticas de las víctimas de los conflictos en Siria.
- Según diversos estudios, las influencias ambientales como el estrés, la dieta o los contaminantes pueden causar cambios epigenéticos y, según este último trabajo, también podrían transmitirse a la descendencia.
Se han estudiado tres grupos de mujeres:
- El primero comprende mujeres embarazadas en 1982, supervivientes de la masacre en la ciudad de Hama, así como sus hijas y nietos.
- El segundo grupo incluye mujeres que estaban embarazadas en 2011, durante la guerra civil, y sus hijos.
- El tercero es el grupo de control, familias que emigraron a Jordania antes de estos conflictos.
¿Y qué han descubierto? Un envejecimiento epigenético acelerado en los dos primeros grupos, pero no en el de control.
- No es que estos cambios se hereden, sino que, sin ser conscientes de ello, los hijos sufrieron el estrés de sus madres en el interior del útero.