Cómo la Ciencia Explica y Desactiva esta Emoción que Alimenta la Ansiedad
Preocuparse no te protege, te atrapa. La psicología revela el ciclo de esta emoción, desmiente sus beneficios y ofrece herramientas para liberar tu mente.
¿Alguna vez te has encontrado atrapado en un bucle de pensamientos negativos antes de un evento importante? Esa es la preocupación, una trampa mental común que, lejos de ser útil, refuerza la ansiedad y bloquea nuestra capacidad de vivir el presente. Aunque muchos creen que los ayuda a anticipar problemas, la ciencia, a través de modelos como el Síndrome Cognitivo Atencional (CAS) de Adrian Wells, demuestra lo contrario.
El CAS explica que cuando un pensamiento intrusivo surge, nuestra mente lo interpreta como una alarma, activando un ciclo de rumiación. Cuanto más pensamos en un problema potencial, más grande y amenazante se vuelve. Este ciclo se mantiene por «metacogniciones», es decir, creencias falsas como «si no me preocupo, algo malo ocurrirá». Estas creencias actúan como la gasolina que alimenta el fuego de la preocupación, impidiéndonos dejar ir los pensamientos.
Para calmar la ansiedad, muchas personas recurren a estrategias disfuncionales como la evitación, el chequeo constante o la búsqueda de aprobación. Sin embargo, estas tácticas solo refuerzan el problema al impedirnos comprobar que nuestras predicciones catastrofistas rara vez se cumplen. Esto consolida la creencia de que la preocupación es necesaria para estar a salvo.
La buena noticia es que es posible romper este ciclo. La «atención desvinculada» (detached mindfulness), una técnica clave de la Terapia Metacognitiva (MCT), propone observar los pensamientos como meros eventos mentales, sin reaccionar ni analizarlos. Al desvincularnos, dejamos de alimentarlos, liberando nuestra atención del bucle del CAS y recuperando la serenidad.
El psicólogo Jesús Matos enfatiza que no necesitas preocuparte para estar preparado. De hecho, una mente en calma es más eficaz para la toma de decisiones. Desactivar este hábito es un entrenamiento atencional que implica observar los pensamientos sin reaccionar y cuestionar las creencias que los alimentan. Es hora de entender que estar preparado no es lo mismo que estar preocupado, y aprender a vivir con mayor libertad mental.