Morena inició el proceso para seleccionar a su candidato al Gobierno de Coahuila. El favorito del presidente Andrés Manuel López Obrador salta a los ojos. Ricardo Mejía se presenta como «defensor de la 4T» y única oposición real para terminar con la hegemonía del PRI iniciada hace 93 años. El senador Armando Guadiana y el exdiputado Luis Fernando Salazar no han dado su brazo a torcer, pero quizá uno decline. En el esprint, los tres buscan mejorar su posición en las encuestas. Mejía lo hace de manera más abierta, pues su desarraigo de 17 años lo alejó de los reflectores del estado. Guadiana tiene dos campañas consecutivas —para gobernador y senador— y Fernández ya ocupó también un escaño en la Cámara Alta.
La guerra de encuestas se ha intensificado. Aspirantes y partidos manejan las intenciones de voto según su conveniencia. El presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Riquelme, jefes de Morena y del PRI, son operadores políticos por antonomasia. Cada uno tiene sus propios escenarios sobre los comicios del 4 de junio de 2023. Las principales fuerzas políticas del estado se encuentran en estos momentos en empate técnico. El horizonte se despejará en las campañas, las cuales se anticipan ríspidas, cuyo desarrollo será del 2 de abril al 31 de mayo próximos.
Mientras Morena anuncia a su candidato, en el PRI el aparato está volcado con Manolo Jiménez, secretario de Desarrollo Social y delfín del gobernador Miguel Riquelme. Muñidores del «moreirato», como David Aguillón, exlíder del PRI y exdirector de Comunicación Social, refuerzan el proyecto. Los pretendientes de Morena y sus equipos centran su atención en los sondeos, pero ese no será el único factor y acaso tampoco el decisivo. En el ánimo del presidente López Obrador, la honestidad y la lealtad están por encima de otras cualidades y aptitudes.
En una escala del 1 al 10, las encuestas valdrían tres puntos; la trayectoria política y personal de los aspirantes, cuatro; y la identificación con el presidente y su movimiento, tres. Bajo ese criterio, quien acumule mayor puntaje obtendría la candidatura. Ricardo Mejía renunció al PRI en 1997 y acompaña a AMLO desde su primera campaña presidencial. Armando Guadiana fue priista hasta 2012, cuando se sumó a López Obrador. Luis Fernando Salazar dimitió al PAN el 18 de octubre de 2018. Entonces AMLO ya era presidente electo.
El talón de Aquiles de Mejía —originario de Torreón— y exdiputado local, es su desempeño como subsecretario de Seguridad Pública, pues la violencia y los homicidios en el país no han disminuido. Tampoco ha sido imputado por algún delito. Lo que se cuestiona es su relación con Salvador Llamas, consejero de Morena asesinado el 21 de octubre en Guadalajara. Residir fuera de Coahuila no lo inhabilita.
Guadiana y Salazar han sido señalados por supuestos actos de corrupción y tráfico de influencias. El senador aparece en los Papeles de Pandora junto con otros políticos y empresarios. La filtración de alrededor de 11.9 millones de documentos relacionados con el caso «revela cómo algunos personajes más ricos y poderosos del mundo recurren a empresas de papel, fideicomisos opacos y maniobras financieras para trasladar sus fortunas a jurisdicciones offshore, lejos de las autoridades fiscales» (El País, 03.08.21). Socarrón, Guadiana le resta importancia a las acusaciones.
A Fernández se le asocia con el exgobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, acusado por la Fiscalía General de la República (FGR) de lavado de dinero y delincuencia organizada. Como senadores, ambos votaron a favor de la reforma energética de Peña Nieto. Incluso Cabeza de Vaca apoyó a Fernández cuando le disputó a Guillermo Anaya la candiudatura del PAN en 2017. En el escenario actual, la nominación de Morena parece ya decidida por Mejía.