Este es una extracto de la columna escrita por Bettina Karsch para el Confidencial y que habla de la importancia de los empleados con ideas
En el vasto mundo empresarial, la innovación y la adaptabilidad son moneda corriente para el éxito. Sin embargo, muchos pasan por alto un recurso invaluable: las ideas de los propios empleados. Este recurso, que podríamos llamar la «remuneración invisible», ha demostrado ser un motor poderoso para el progreso y la excelencia empresarial.
Tomemos el ejemplo emblemático de Toyota. Desde hace setenta años, esta gigante automotriz ha mantenido su posición como el mayor fabricante de automóviles del mundo, gracias en gran medida a su compromiso con la escucha activa de sus empleados. Este enfoque ha permitido a Toyota adaptarse rápidamente a los cambios y mantenerse a la vanguardia de la innovación en la industria automotriz.
Pero, ¿cómo pueden las empresas de menor envergadura replicar este éxito? La respuesta puede encontrarse en gestos simples pero impactantes, como el correo electrónico enviado por el dueño de una pequeña empresa española a su plantilla. Al invitar a los empleados a compartir sus ideas y preocupaciones, y comprometerse a hacerlas realidad, este líder demostró que incluso las organizaciones más modestas pueden cultivar una cultura de innovación y colaboración.
Es crucial reconocer que fomentar un ambiente donde las ideas fluyan libremente no es tarea fácil. Reuniones periódicas pueden ser una plataforma valiosa, pero es importante moderarlas con sensibilidad para garantizar que todos los empleados se sientan seguros y valorados. La seguridad emocional y la apertura a la innovación son pilares fundamentales en este proceso.
Las empresas que mejor lo logran son aquellas que integran esta filosofía en su ADN, a través de sus valores y prácticas empresariales. Un «People Plan» que acompaña al «Business Plan» puede ser una herramienta poderosa para impulsar esta integración, buscando la coherencia y aprovechando sinergias en todos los niveles de la organización.
En última instancia, todas las empresas enfrentan desafíos constantes, tanto internos como externos. Reconocer y valorar las ideas de los empleados no solo impulsa la resolución de estos desafíos, sino que también crea un ambiente de trabajo más motivador y gratificante para todos. Para los empleados, ver que sus ideas se convierten en realidad es como recibir una «remuneración invisible» que fortalece su compromiso, fomenta su crecimiento profesional y mejora su satisfacción laboral.
En resumen, las buenas ideas, independientemente de su origen, son un activo invaluable para cualquier empresa. Cultivar una cultura que las fomente y las ponga en práctica no solo es una estrategia inteligente, sino también una inversión en el éxito a largo plazo.
Bettina Karsch, directora de Recursos Humanos y Organización de CEPSA