Con la sucesión ya en marcha, AMLO se asegura de que su visión política continúe. Sin embargo, los mercados internacionales y la estabilidad nacional están en juego.
Vienen los 100 días más trepidantes del sexenio. Los mercados están alertas y desestabilizados. Estamos ante un presidente, todopoderoso, que tiene que irse, pero parece no querer hacerlo. La transición es atropellada. López Obrador ya tiene a su sucesora, pero deliberadamente estorba la transición. Andrés Manuel, quiere asegurarse de que la destrucción del viejo régimen se convierta en realidad. No deja nada a la casualidad, y lo implementa personalmente. El tabasqueño, todavía dicta instrucciones tajantes y encabeza los pleitos contra los “adversarios”.
El presidente, desafía a los mercados internacionales, y los confronta desde su visión personalista: “No están por encima de la justicia”. Es evidente que, en esos duelos, el peso y los mexicanos llevan las de perder. La carestía de los alimentos cobrará las cuentas. Así, ha sido siempre.
Así, el presidente tiene prisa. Con las reformas constitucionales, la democracia mexicana desaparecería al instante. AMLO pasó su sexenio preparando su sucesión. Y ya comenzó la del 2030.
Sin embargo, lo más importante del Plan C, es el control del poder. López Obrador va a cambiar el régimen, será la Presidencia Imperial. Él deja a su gente incrustada en las gobernaturas, cámaras legislativas y casi toda la estructura política nacional. Él les dio lo cargos. Él exigirá fidelidad. También, ya avisó que sus hijos ya están autorizados para participar en política.
Andrés Manuel pide unidad. Ya se acabó la elección, argumenta. Sin embargo, su belicosidad no cede. Sus acciones bruscas no cesan. López Obrador argumenta que la votación fue un referéndum, y que generó un mandato popular como si fuera un cheque en blanco. Y que México ya es su país.
En la mente del morenismo vencedor no hay razones para cambiar las mentiras por más seguridad y un mejor sistema de salud; tampoco, los programas sociales por más medicinas y educación de calidad.
Vienen 100 días que marcarían el destino del país por muchos años. ¿El cierre será terso o tortuoso? ¿Le saldrá lo estadista al rudo López Obrador? Persistirá en su exitoso papel de buscapleitos y tozudez. ¿Se consolidará el Maximato tan perfilado? Veremos.