El horizonte de vida se siente legítimamente amenazado y nuestro propósito no puede ser otro que ampliarlo tanto como nos permita la imaginación. O la cartera
En su columna «La paradoja de la vida acelerada y los planes a largo plazo» en el periódico español El País, Nuria Labari aborda la creciente sensación de que la vida está pasando a un ritmo vertiginoso, mientras que los planes a largo plazo se venden cada vez más rápido. Desde la perspectiva de la vida cotidiana, desde la cola del supermercado hasta la terapia psicológica, el tiempo se percibe como un recurso escaso y agotado. La sociedad contemporánea se encuentra en un constante estado de anticipación, con la planificación a largo plazo convirtiéndose en una práctica común incluso para eventos culturales y de entretenimiento, como conciertos y viajes.
Labari señala la ironía de que, mientras la vida parece deslizarse rápidamente, los planes se convierten en el principal foco de atención. La frase de John Lennon, «La vida es aquello que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes», pierde relevancia en un contexto donde la vida se siente fugaz y efímera. En lugar de disfrutar del presente, las personas buscan refugio en los planes futuros como una forma de encontrar significado y propósito.
La autora sugiere que esta tendencia puede atribuirse a diversos factores, como la influencia de la tecnología y la conectividad constante, así como a las tensiones sociales y políticas que enfrenta la sociedad actual. Las crisis globales, la incertidumbre económica y los conflictos políticos contribuyen a una sensación de ansiedad y desesperanza que impulsa a las personas a buscar consuelo en la planificación a largo plazo.
Sin embargo, Labari plantea la pregunta de cómo podemos enfrentar esta sensación de urgencia constante y la falta de conexión con el presente. Reconoce que la búsqueda de horizontes a largo plazo puede proporcionar un sentido de dirección y control en un mundo cada vez más inestable. Pero también advierte sobre el peligro de perder de vista la importancia del momento presente y el valor de la vida en sí misma.
En última instancia, Labari concluye que la sociedad contemporánea está dispuesta a pagar cualquier precio por la promesa de un futuro mejor. La búsqueda de experiencias y la posibilidad de tomar decisiones se convierten en un lujo que muchos están dispuestos a perseguir, a pesar de las incertidumbres y los sacrificios involucrados. La columna invita a reflexionar sobre cómo podemos encontrar un equilibrio entre la planificación a largo plazo y la apreciación del presente, en un mundo donde el tiempo parece estar siempre en contra nuestra.
SOBRE LA AUTORA
Es periodista y escritora. Ha trabajado en ‘El Mundo’, ‘Marie Clarie’ y el grupo Mediaset. Ha publicado ‘Cosas que brillan cuando están rotas’ (Círculo de Tiza), ‘La mejor madre del mundo’ y ‘El último hombre blanco’ (Literatura Random House). Con ‘Los borrachos de mi vida’ ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.