Hasta 37 millones de mexicanos se abstendrán de votar en las elecciones generales del 2 de junio de acuerdo con el promedio de participación observado en los cuatro últimos procesos contados a partir de la alternancia. La cifra ronda el 37% de la lista nominal integrada por 100 millones de ciudadanos. La concurrencia más alta registrada en ese lapso (63.9%) fue en 2000, cuando el panista Vicente Fox ganó la presidencia; y la menor (58.5%) en 2006, cuando Felipe Calderón venció a Andrés Manuel López Obrador (PRD) por medio punto porcentual en una elección a todas luces fraudulenta. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación validó el resultado en medio de protestas en casi todo el país.
La guerra sucia lanzada por el Gobierno de Fox, el cuartel general de Calderón y los grupos de presión en 2006 elevó el abstencionismo y provocó el efecto bumerán. López Obrador perdió, pero salió fortalecido. Los poderes fácticos y la alianza «Fuerza y Corazón por México» (PAN-PRI-PRD) han vuelto a recurrir a las campañas negras para apuntalar a Xóchitl Gálvez. Las consecuencias podrían ser las mismas en cuanto a inhibir el voto, pero opuestas con respecto al resultado. Pues mientras más cerca están las elecciones la candidata de la coalición «Sigamos Haciendo Historia» (Morena-PT-Verde), Claudia Sheinbaum, toma mayor ventaja.
Los partidos se ocupan de sus clientelas y prestan poca o nula atención al 37-38% de los abstencionistas. Sin embargo, este segmento constituye una fuerza significativa y determinante en cada proceso. Sheinbaum habla a los estratos más amplios de votantes. Gálvez y el PAN, cabeza de la coalición opositora, centra su discurso en los sectores que jamás han apoyado a López Obrador y en los decepcionados de la 4T. Empero, el frente anti-AMLO difícilmente alcanzará los 21.8 millones de votos conseguidos en las elecciones previas. Primero, por el rechazo al PRI, PAN y PRD; segundo, porque Movimiento Ciudadano (MC), que en 2018 apoyó a Ricardo Anaya, esta vez postuló un candidato propio; y tercero, porque el Partido Verde dejó al PRI para unirse a la candidata de Morena y el PT, Claudia Sheinbaum.
Los votos que Morena pierda por el fracaso de la administración de López Obrador en seguridad, salud, educación y crecimiento económico los puede compensar con los Programas Para el Bienestar. La política social de la 4T permitió disminuir la pobreza en 16% y rescatar de esa situación a 8.9 millones de personas entre 2020 y 2022. Adicionalmente, 1.7 millones salieron del rango de pobreza extrema [Coneval, Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2023]. En el contexto de la crisis económica causada por la pandemia de Covid-19 y del encarecimiento de los alimentos a escala global, la reducción de la pobreza extrema del 14% al 12.1% «fue sorprendente», dice Gerardo Esquivel, exgobernador del Banco de México y Premio Nacional de Finanzas Públicas 2014 (El País, 17.12.23).
Las cifras abonan la campaña de Sheinbaum y acreditan el compromiso de AMLO con los pobres, al menos en lo referente al ingreso de las familias. Los servicios sanitarios empeoraron debido a la enfermedad por coronavirus y a una serie de decisiones equivocadas. La aprobación de López Obrador (73%, Reforma, 19.03.24) dificulta el trabajo de Gálvez para atraerse el voto de las legiones afectas al caudillo. La candidata de Morena resulta también más persuasiva entre la clase media y los empresarios que no forman parte de las élites ni guardan relación con las corporaciones nacionales y extranjeras.