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En 2023, la Comisión Europea confirmó que fue el año más caluroso registrado, una situación atribuida directamente al cambio climático y a fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones e incendios forestales. Este grave problema ha generado preocupación a nivel mundial y ha impulsado a los países a adoptar políticas que protejan la prosperidad. En el ámbito de la moda, también se ha hecho un llamado a la acción. La Unión Europea ha establecido una visión clara para 2030: todas las prendas textiles deben ser duraderas, reciclables y fabricadas con materiales respetuosos con el medio ambiente y libres de sustancias nocivas.
Estos objetivos están alineados con el Pacto Verde Europeo, una serie de iniciativas políticas cuyo objetivo es guiar a la Unión Europea hacia una transición ecológica y lograr la neutralidad climática para 2050. Para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Unión Europea ha implementado una serie de medidas que afectan tanto el consumo como la producción de moda. Estas medidas incluyen nuevos requisitos de diseño ecológico y economía circular, mayor transparencia para el consumidor, aumento de la durabilidad y reciclabilidad, un enfoque contra la superproducción de moda, desafíos relacionados con las sustancias químicas y una mejor gestión de residuos textiles.
La industria textil, una de las más contaminantes, está sujeta a nuevos requisitos de diseño ecológico que buscan establecer estándares comunes y priorizar textiles y calzado sostenibles. Slow Fashion Next, una plataforma de moda sostenible, señala que estas medidas promueven productos más duraderos y reutilizables. Además, se prepara la creación de un «pasaporte digital» que rastreará y certificará la producción y ciclo de vida de la ropa, añadiendo transparencia a la cadena de suministro y combatiendo el greenwashing.
La transparencia con el consumidor es otra prioridad. La Comisión Europea redefine la sostenibilidad y exige que las marcas demuestren detalladamente que sus prendas cumplen con los requisitos ambientales, permitiendo a los consumidores tomar decisiones informadas y sostenibles.
Además, se enfoca en la durabilidad y la reducción de la superproducción. Se buscan diseños que minimicen el impacto ambiental hasta en un 80%, aumentando la durabilidad y reciclabilidad de la ropa para 2030. La elección de tejidos adecuados reduce la necesidad de reemplazar la ropa constantemente, contrarrestando así la sobreproducción y el desperdicio.
Las medidas también abordan el uso de sustancias químicas y microplásticos en la ropa. El Reglamento REACH ha implementado acciones para controlar los microplásticos en las prendas y su liberación durante el lavado.
Finalmente, la gestión de residuos textiles es crucial. Según la Unión Europea, el 38% de los productos textiles en los mercados de reutilización terminan recogidos, lo que equivale a 2,1 millones de toneladas de prendas y textiles domésticos. Slow Fashion Next explica que los fabricantes deben adoptar medidas que aseguren la responsabilidad por el ciclo de vida completo de sus productos, desde el diseño hasta el desecho.