La galería exhibe medio centenar de fotos del artista, incluida la célebre ‘Le baiser de l’Hotel de Ville’, en una muestra compartida con las impresionantes ‘Texturas’ de Joan Alsina
La sala exhibe medio centenar de fotos del artista (copias originales cedidas por el Atelier Robert Doisneau gestionado por sus hijas) y en un sitio especial presidido por una ampliación a gran tamaño de la misma imagen, su obra más célebre, ese beso frente al Ayuntamiento de la capital francesa que se ha convertido en uno de los iconos románticos del siglo XX y uno de los besos emblemáticos de todos los tiempos, junto a los de Klimt, Rodin, Hayez, el del marine y la enfermera en Nueva York el día de Victoria de la Segunda Guerra Mundial retratado por Alfred Eisenstaedt, o el de Charlton Heston y la doctora chimpancé Zira en El planeta de los simios.
Ver las maravillosas fotos de Doisneau (y si se tercia besarse) no es el único atractivo en FotoNostrum (hasta el 5 de marzo) pues la exposición del francés, bajo el título Le temps retrouvé coincide en la galería con la del catalán Joan Alsina Textures, una impresionante serie de fotos de gran formato, la mayoría en blanco y negro como las del francés, en las que explora el efecto de diferentes materiales (barro, tierra…) sobre la piel humana desnuda en una colección de fuerte carga artística, antropológica y erótica.
El beso de Doisneau, aunque colocado aparte en lo que parece una pequeña capilla o recoleto boudoir, no es el único del fotógrafo. Entre las imágenes suyas que se exponen (de 1934 a 1971) hay otros ósculos, incluido el que lanza coqueta por encima del hombro de su pareja una mujer que baila el vals, o el que le da un joven que pedalea en un triciclo con una caja a la chica que va dentro (Baisser Blotto, París, 1950). Y hay otras escenas muy románticas: la pareja que baila en una plaza en medio de la noche (Le dernière valse du 14 julliet, París 1949), o el chico negro y la muchacha capturados en un paso de baile (Be bop en cave, Saint-Germain-des-prés, 1951).
Fotógrafo del París eterno, Doisneau (Gentilly,en el banlieue sur de París, 1912-Mountrouge, Gran París, 1994), retrató la ciudad como no lo ha hecho nadie, captando imágenes de la vida cotidiana de desconocidos en las calles y el spirit of the place.