El triunfo de Yamandú Orsi (57 años) en las elecciones presidenciales de Uruguay consolida el predominio de la izquierda en América Latina, donde gobierna los Estados más poblados y las principales economías de la región, lideradas por Brasil y México. Diez países se ubican en ese espectro político; cinco en la derecha y cuatro en el centro. Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Claudia Sheinbaum (México), Gabriel Boric (Chile) y Gustavo Petro (Colombia), líderes del bloque mayoritario, se reunieron en la Cumbre del G-20 celebrada en Río de Janeiro el mes pasado.
Como sucede en Argentina con el peronismo, fuerza dominante desplazada ahora del poder por la ultraderecha, el Frente Amplio recuperó la presidencia con Orsi, considerado el heredero político de José Mujica, su líder emblemático. La participación ciudadana rozó el 90% en la primera vuelta y en el balotaje, pues en Uruguay el voto es obligatorio. Entre los primeros en felicitar a Orsi, quien venció al candidato oficialista Álvaro Delgado, del Partido Popular, por un margen estrecho, fueron los mismos citados líneas arriba.
Sheinbaum atribuyó el triunfo del Frente Amplio a la «vocación democrática y progresista» de los uruguayos. Para Lula, la victoria de Orsi también lo es para «toda América Latina y el Caribe». Petro, exguerrillero y primer presidente de izquierda de Colombia, declaró que el resultado «refleja la voluntad de unidad y cambio del pueblo latinoamericano». Boric, el presidente más joven del mundo cuando asumió el cargo en 2022, compartió una parte de su charla telefónica con Orsi. «Hablamos de cómo avanzar juntos (…) en justicia y unidad» (Los Angeles Times, 25.11.24).
Político de origen humilde y con fama de gran negociador, Orsi despachó antes como intendente (gobernador) de Canelones, uno de los departamentos donde la izquierda no había ganado en 200 años. «Si se sobrevive al cargo se puede gobernar cualquier cosa», dijo el expresidente Mujica a El País (24.11.24). Marcos Carámbula exintendente municipal (alcalde) de Canelones y descubridor de Orsi, describe al mismo diario español al presidente electo: «Es tal cual lo ves, sin dobleces, cercano a la gente. Y jamás sacó provecho personal de su poder como secretario general y después como 10 años de intendente».
La democracia uruguaya es una de las más sólidas y mejor calificadas, no solo de América, sino del mundo, según el índice de calidad democrática de The Economist. Se sustenta en «gran medida en un sistema de partidos fuertes que evita la emergencia de líderes populistas y desviaciones autoritarias como las que estamos viendo en otros países de la región», expresa Nicolás Saldías, de la Unidad de Inteligencia de la misma revista. «(…) los uruguayos son los más comprometidos con el sistema democrático de la región, y por mucho» (El País, 20.04.24).
La izquierda ha sido estigmatizada en América Latina; y sus Gobiernos, sujetos a acoso y todo tipo de presiones por parte de las élites y los grupos de poder. Sin embargo, tras la caída de las dictaduras que asolaron al subcontinente en gran parte del siglo pasado, el avance de la democracia le ha permitido ganar más espacios y vencer el miedo infundido en la sociedad. José Mujica es un ejemplo irrefutable. Después de participar en su juventud en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y de haber sido encarcelado 13 años por la dictadura cívico-militar instaurada tras el golpe de Estado de 1972, se convirtió en presidente de Uruguay y en una de las figuras más respetadas y apreciadas del mundo. Su apoyo a Yamandú Orsi resultó fundamental para que el Frente Amplio volviera al poder.