Las elecciones recientes y las acciones de López Obrador están moldeando un nuevo orden político en México, con implicaciones profundas para la democracia.
El nuevo rostro de México está en proceso de construcción. Ya dejamos casi todo en manos de un solo hombre. Las elecciones, del 2 de junio pasado, decidieron que los votantes querían un gobierno populista y sin vida democrática auténtica. Por lo pronto, fiel a su estilo, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, genera incertidumbre por la forma en que se comporta ante la presidenta electa. Su discurso está diseñado para eso.
El sexenio termina. Las mentiras, la incapacidad, la tragedia y la corrupción marcan a la administración del tabasqueño. Su gobierno fue malo. Sin embargo, Andrés Manuel persiste en sus objetivos para destruir los contrapesos democráticos, aunque ya solamente le quedan menos de 80 días a su gestión. Quiere establecer un nuevo régimen. Por lo pronto, sus malas cuentas las encubre con demagogia, dinero y amenazas.
Con el poder que ha acumulado, el tabasqueño siente que ya tiene el poderío para reescribirla historia de México. Su período, será modelado y relatado al gusto del actual presidente. Su etapa se volverá heroica, su estatura política será comparada, favorablemente, conMiguel Hidalgo, Benito Juárez, Francisco I Madero y Lázaro Cárdenas.
Entramos a una nueva época. En México, no hay ideologías consolidadas en el imaginario colectivo. Hay sectores de electores socio conscientes, también hay el de los émulos y el de los que están movidos por la necesidad. La democracia, es un concepto complejo para los menores de 50 años. No lucharon por conquistarla. López Obrador lo sabe a la perfección y de eso se aprovecha. Él confía que su movimiento se mantenga en Palacio Nacional por largo tiempo.
Andrés Manuel cambió al país. Pasará a la historia con su estilo personal de gobernar. Ganó todo, cambiará al régimen. Él construye uno a su imagen y semejanza. Uno sin contrapesos, el del “No me vengan con que la ley es la ley”. Uno en que siempre gane Morena. AMLO es un expriista al que le gusta el gobierno de la presidencia imperial, sin contrapesos. Vienen tiempos interesantes. Veremos.