La inflación ha trastocado todos los planes. Las subidas en los tipos de interés traerán, como mínimo, una notable desaceleración en el ritmo de crecimiento
El mundo ha vivido en los últimos meses una concatenación de acontecimientos que han cambiado de forma notable el panorama económico. En octubre pasado, durante la presentación de sus perspectivas de otoño, el Fondo Monetario Internacional (FMI) constataba que “la recuperación mundial está en marcha a pesar de los rebrotes de la pandemia”. Entonces, el organismo presidido por Kristalina Georgieva preveía un crecimiento global del 4,9% en 2022. En enero de este año, sin embargo, su proyección para el PIB mundial se rebajó al 4,4% y en abril se recortó aún más, dejándolo en el 3,6%. “La guerra de Ucrania ha desencadenado una crisis humanitaria que requiere de una solución pacífica. Al mismo tiempo, el daño económico infligido por el conflicto bélico provocará una significativa desaceleración del crecimiento”, reconocía el FMI en su outlook de primavera.