El periodista deportivo cubano especializado en beisbol Francys Romero, exiliado en EUA desde 2016 y residente en Florida, publicó en 2020 un voluminoso libro de 703 páginas, al cual puso por título “El sueño y la realidad”. En él cuenta las historias de la emigración del beisbol cubano desde el año de 1960, cuando empezaron a aplicarse las férreas políticas restrictivas del régimen castrista, y hasta el año 2018.
El autor encontró que en esos 58 años, de 1960 a 2018, la diáspora de peloteros cubanos sumó 1,232 beisbolistas, incluidos los que estando fuera de la Isla en 1960 ya no regresaron a su patria, porque no se les permitiría salir de nuevo. Considera Romero que esta cifra “no recoge a la totalidad de los emigrados, pero sí estoy seguro –dice— que se acerca a más de un 90% de la realidad” (pág. 245).
Pues de esos 1,232 peloteros cubanos emigrados, el autor, con enorme paciencia, mucho trabajo y encomiable empeño, preparó una ficha de cada uno de ellos, con sus datos personales relativos al lugar y año de nacimiento, la posición que juegan, sus números en la pelota cubana, el año y la forma como escaparon de Cuba, las peripecias de su salida, la fortuna con que han corrido, dónde han jugado y en general cómo les ha ido en el exilio.
Un buen número de los emigrados ha sido de deportistas exitosos, que en lo personal han hecho una respetable fortuna por haber llegado a ser jugadores estelares de las Grandes Ligas. Los que han llegado a la Gran Carpa suman 149, entre los que se incluye a los que sólo estuvieron de paso, para tomarse ahí, como luego se dice, “una tacita de café”.
Muchos han hecho su vida deportiva en países beisboleros, como Colombia, República Dominicana, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Venezuela y desde luego México; y por supuesto también en Canadá y en las ligas menores y en las llamadas ligas independientes de EUA.
Asimismo también en Japón, Corea del Sur, Taiwán y Australia. Pero otros cubanos han tenido que navegar a veces como trotamundos de la pelota en búsqueda de una forma lícita de ganarse la vida, en ambientes menos propicios por no ser el beisbol un deporte que goce de gran reconocimiento, en circuitos profesionales y aun semiprofesionales, como lo son las ligas de beisbol Italiana (con su par de series o niveles), Española (liga por cierto que se denomina División de Honor), Holandesa, Alemana, Belga, Francesa, Inglesa, Checa, Rusa e Israelí.
También han jugado y juegan cubanos emigrados en países de América Latina donde el beisbol es poco conocido, pero a pesar de ello existen y funcionan ligas semiprofesionales de beisbol como en Argentina, Bolivia, Brasil (campeonato TACA), Chile, Costa Rica, Ecuador y Guatemala.
De los 1,232 peloteros de la diáspora cubana 1960-2018, 187 han jugado en México, tanto en los dos principales circuitos profesionales: la Liga Mexicana de Beisbol y la Liga Mexicana del Pacífico, como también en la Liga Invernal Veracruzana, la Norte de México, la Tabasqueña, la Quintanarroense, la Yucateca Nexon-Zapata, la Meridana, la Norte de Coahuila y la Mayor de La Laguna, entre las principales.