El mayor desafío para el diseño urbano incluyente radica en lograr espacios verdaderamente accesibles para todas las personas, sin excepciones. Es esencial eliminar las barreras físicas y sociales que puedan limitar la participación de ciertos grupos.
Así, la perspectiva inclusiva debe estar presente desde la planificación inicial para evitar soluciones segregadas que excluyan a personas con capacidades físicas, mentales, género o edad diferentes.