En Coahuila, Morena se dividió en tres fracciones. En lugar de presentar su frente unido y poderoso, permitió que sus aliados tradicionales, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México, registraran candidatos propios. Estas decisiones debilitan, indudablemente, al candidato oficial morenista, Armando Guadiana Tijerina. Aunque poca o nada de potencia le aportan a Ricardo Mejía, ni a Lenin Pérez. Más bien, amplían las oportunidades de victoria, para Manolo Jiménez, en un estado en el que la clase media es mayoría.
Lo que parecía un choque de trenes entre dos potencias electorales, ha mutado en una serie de suspenso con muchos cabos sueltos. Ricardo Mejía llega a la contienda, de último momento, asumiéndose como representante de la 4T y como “el verdadero enemigo del Moreirismo” al que viene a expulsar.
En primera instancia, el afectado es Armando Guadiana, el candidato oficial morenista, ya que le divide la clientela cautiva y pone en riesgo el triunfo de la 4T. Ricardo Mejía ha sido descalificado y criticado por el círculo más cercano de AMLO, incluso por el conocido como los Moneros, por no cumplir su palabra en dos veces, una de ellas en la Mañanera y la otra, en la carta compromiso que firmó, lo llaman “traidor”. Lo que, además, debilita el método establecido por el presidente para justificar sus dedazos, incluso el de las “Corcholatas” para el 2024.
Mejía Berdeja es el elemento disruptivo en este proceso, pero le pone intensidad. Parte en tercer lugar en varias encuestas. Tiene un mes para mostrar que es competitivo, más allá de un discurso estridente. Él, deberá rebasar a Guadiana o por lo menos acercarse. Si no lo hace, solamente quedará como un roba votos que perjudica a la 4T.
Mejía, tuvo éxito durante varios meses, cuando creó la percepción de que era el favorito del presidente para Coahuila. Lo cierto es que puso nerviosos a las élites priistas locales, que apoyan a Manolo. Lo que redundó en que las campañas negras que le organizaron terminaron por fortalecer el perfil del propio Mejía Berdeja. Lo hicieron famoso y le dieron la estatura de adversario al que había que tomar en cuenta.
Ahora, el lagunero, construye su participación bajo el tema de que se trata de una jugada “estilo San Luis Potosí”, en donde se dejó perder a la candidata morenista porque se deseaba la victoria de Ricardo Gallardo Cardona, El Pollo, quien compitió por el PVEM y el PT, en ese proceso, el segundo lugar fue la alianza del PRI-PAN-PRD y el tercero, Mónica Rangel, de Morena. Veremos si se consolida o se desecha esta percepción.
Como si faltaran más misterios. Adicionalmente, circulan versiones de acuerdos cupulares que permitirían al PRI retener el gobierno de Coahuila a cambio de algunas de la serie de derrotas, negociadas en paquete, que ya lleva Alejandro Moreno en la presidencia del tricolor como son: Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Hidalgo, Tlaxcala, Colima, Oaxaca, Guerrero y Campeche.
Algunos de esos exgobernadores derrotados y traidores ya obtuvieron sus premios en forma de embajadas y consulados. Un caso escandaloso, lo documentó la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien reveló conversaciones entre Ricardo Monreal y el propio Moreno acordando apoyar al hermano del zacatecano, David, en contra de la candidata tricolor Claudia Anaya. Por cierto, algunos enterados, al propio gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, lo han colocado como sospechoso los propios tricolores.
Lo cierto es que Morena ha jugado extraño en el caso Coahuila y en especial con el de Ricardo Mejía. ¿Hay un Plan Maestro, o es simplemente una cadena de errores en la operación del proceso en donde se perdió el control?
En esta elección estatal, no hay debate ideológico es un asunto de calidad de vida y de aspiraciones. Para los adversarios de la 4T lo que lo motiva en votar en contra de Morena, es el rechazo a la forma de gobernar del presidente Andrés Manuel López Obrador. Para los afines al obradorismo, se trata de expulsar al PRI y al Moreirismo del poder en Coahuila y de paso ponerlo al borde de la extinción.
Así las cosas, en el arranque de las precampañas coahuilenses. El proceso se perfila interesante. Los electores tendrán la última palabra. Los clasemedieros definirán el futuro de sus familias con su presencia masiva ante las urnas o con las abstenciones.