La candidata demócrata ha sido vapuleada por Trump y otros por su historial en materia migratoria. Ahora está probando un enfoque que, según los demócratas, ya ha funcionado antes.
Durante semanas, los republicanos se han dedicado a atacar a la vicepresidenta Kamala Harris por el tema migratorio, culpándola de las políticas del presidente Joe Biden en la frontera.
Ahora, Harris, la candidata presidencial demócrata, está tratando de neutralizar esa línea de ataque, una de sus mayores debilidades ante los votantes, con una serie de estrategias que los demócratas aseguran que les han funcionado en las últimas elecciones y con la postura más contundente que ha mostrado hasta ahora como una fiscala estricta con la delincuencia y dedicada a proteger la frontera.
Esta semana, contraatacó con la promesa de aumentar la seguridad fronteriza de resultar elegida y criticó a su oponente republicano, el expresidente Donald Trump, por ayudar a acabar con un acuerdo fronterizo bipartidista en el Congreso. Además, su campaña ha dado marcha atrás en algunas de las posturas más progresistas que adoptó durante su candidatura a la nominación demócrata en 2019, entre ellas su postura de que los migrantes que cruzan la frontera de Estados Unidos sin autorización no deberían enfrentar sanciones penales.
“Fui fiscala general de un estado fronterizo”, dijo el viernes Harris, quien fue fiscala superior de California, en un mitin en Arizona, un estado pendular donde la inmigración es una de las principales preocupaciones de los votantes.
“Perseguí a las bandas transnacionales, a los cárteles de la droga y a los traficantes de personas. Los procesé, caso por caso, y gané”, dijo.
Un día antes, la campaña de Harris sacó al aire un anuncio en el que destacaba este giro. El anuncio, dirigido a los votantes de los estados indecisos, prometía que Harris “contrataría a miles de agentes fronterizos más y tomaría medidas enérgicas contra el fentanilo y el tráfico de seres humanos”.