Un reportaje de Erica L. Verde sobre los comienzos de la vicepresidenta y su imparable ascenso político
La historia de Kamala Harris comenzó a escribir su capítulo más importante en San Francisco, cuando en 2003 se enfrentó a su primera contienda electoral, apenas una desconocida en el ámbito político. Harris, entonces abogada de 38 años, buscaba derrotar al fiscal de distrito en funciones, un desafío para el que apenas tenía 70 días y cifras en las encuestas que no llegaban a dos dígitos.
Fue entonces cuando Harris convenció a Rebecca Prozan, una joven abogada recién graduada, de sumarse a su equipo. A pesar de las pocas probabilidades, Prozan apostó por el carisma y la determinación de la candidata. Contra todo pronóstico, Harris logró ganar el apoyo de miles de sanfranciscanos, cumpliendo su promesa de forzar una segunda vuelta y, finalmente, de imponerse en la elección. Así, se convirtió en la primera fiscal de distrito afroamericana en la historia de California.
Dos décadas después, Harris se enfrenta a una nueva contienda, esta vez en su carrera hacia la presidencia. Sus primeros asesores, incluida Prozan, observan en ella la misma capacidad de perseverancia, disciplina y “hambre de victoria” que la caracterizó en su campaña inicial. Desde entonces, su enfoque se ha mantenido intacto: formar equipos de trabajo sólidos, superar objetivos de recaudación, atraer una amplia coalición y mantenerse cercana a los votantes.
Como en sus inicios, Harris sigue inspirada por la memoria y consejos de su madre, una influencia constante en su vida hasta su fallecimiento en 2009. Así, el camino de Kamala Harris desde aquella campaña en San Francisco hasta hoy es, como dijo Prozan, una historia de “incansable tenacidad”.