La escritora vuelve a abordar la identidad cultural de su país en ‘Noche. Sueño. Muerte. Las estrellas’, que llegó justo en el momento en que las protestas por la muerte de George Floyd estallaron en todo el país.
En las décadas transcurridas desde la novela Ellos, una crítica mordaz a la estructura de clases que culmina con los disturbios raciales de Detroit, galardonada con el Premio Nacional del Libro, Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) ha tratado los temas de la raza, la violencia y la condición socioeconómica con éxito intermitente. Sus influyentes ensayos sobre Mike Tyson son conmovedores y mezclan elementos diferentes; El sacrificio, una novela de 2015 inspirada en el caso de Tawana Brawley, quedó empañada por su falta de empatía y por cosas peores.
Noche. Sueño. Muerte. Las estrellas, la última entrega de su desigual examen de la identidad cultural en Estados Unidos, llegó justo en el momento en que las protestas por la muerte de George Floyd estallaron en las ciudades de todo el país.
La novela empieza cuando John Earle McLaren –Whitey para todos los que lo conocen– se detiene en la autopista al ver a una pareja de policías dando una paliza a un hombre “de piel oscura”. Whitey, de 67 años, es un marido acaudalado padre de cinco hijos adultos, exalcalde de la histórica ciudad de Hammond, en el estado de Nueva York, y blanco. El hombre al que están atacando es un indio al que, al parecer, los agentes habían detenido porque lo tomaron por negro.
Whitey interviene por “obligación moral”, un impulso virtuoso por el que acaba electrocutado por una pistola taser. Sufre una apoplejía y acaba muriendo. La pérdida es trágica e inmensa, y deja a la familia a la deriva. Lo que sigue son alrededor de 700 páginas en las que los McLaren lloran la pérdida, se enfurecen, y delatan en diversos grados sus predilecciones racistas y elitistas.