Desde la semana anterior, el alcalde José María Fraustro había planteado que se daría mayor participación a la mujer en espacios de toma de decisión en el gobierno municipal, y lo concretó este martes al designar nuevos mandos dentro de la Comisaría de Seguridad Pública.
Siete mujeres fueron nombradas en puestos de mando y tres más se incorporaron a trabajar en la dependencia.
En algunos casos se trata además de un acto de justicia con elementos que tenían ya más de dos décadas en la corporación, y se reconocen su trayectoria y experiencia para asumir mayores responsabilidades.
La sorpresa es la llegada de Karla Samperio Flores, quien asume la Unidad de Capacitación y Desarrollo Humano, un cargo en el que seguramente tendrá un buen desempeño, pues se distingue por asumir las responsabilidades con profesionalismo y compromiso.
Allá en los noventa, cuando Fraustro Siller era rector de la UAdeC, Karla Samperio participó como estudiante en la organización de un simposium internacional de Derecho, con un nivel que no se ha vuelto a repetir, pues vinieron conferencistas como Diego Fernández de Cevallos, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís y Esteban Moctezuma Barragán.
Por la trascendencia del evento el rector, Fraustro Siller, se mantuvo muy cercano a los organizadores, entre ellos Samperio, una relación que perduró a través del tiempo, pese a tener distinta filiación política.
Pero también se inscribe la incorporación de Karla Samperio a la administración municipal a esa operación política que debe hacer el alcalde para corresponder a los muchos panistas que en la elección de junio del año pasado entendieron la importancia del voto útil y sufragaron por la fórmula priísta que encabezaba Fraustro para asegurarse de cerrar el paso a Morena.
Que en el mismo sentido se dio, pero desde enero, la incorporación de José Antonio Lazcano a la Dirección de Desarrollo Urbano.
Una publicación en redes sociales, en la que un minero manda su foto y saludos “desde las minitas de Rancherías”, generó reacciones de inmediato y cuestionamientos a las autoridades federales.
El grupo “Mineros Región Carbonífera”, señaló puntual: “nos apena que nuestros compañeros sigan trabajando de manera clandestina. Reprobamos el actuar de @CFEmx por seguir comprando carbón y exponer la vida de mineros”.
Y por su parte la Organización Familia Pasta de Conchos publicó: “Suponemos que estos saludos son para el presidente @lopezobrador @LuisaAlcalde y la @STPS_mx que se supone ordenaron que NO PODÍAN OPERAR las cuevas de Rancherías después de la muerte de 7 mineros. Nunca pararon y siguen vendiendo carbón a @ManuelBartlett @CFEmx ¿Hasta cuándo?”.
Y es que en esas cuevas de Rancherías ocurrió aquella inundación en junio del año pasado que enlutó a siete familias. Una operación minera que estuvo operando al margen de los más mínimos protocolos de seguridad, situación de la que con oportunidad se informó y que sin embargo toleraron tanto las autoridades laborales como el único cliente de la explotación minera, la CFE.
Hoy las redes sociales confirman que en Rancherías, como ocurre en general en la minería del carbón, todo sigue igual.
Aquella mañana del domingo 28 de noviembre de 1993, en vísperas de su toma de protesta como gobernador de Coahuila, Rogelio Montemayor Seguy perdió el gesto adusto que le identificaba. Aún no descendía de la camioneta que le llevó a su casa de campaña, en González Lobo y Sierra Mojada de la colonia República, y al ver a los periodistas que le estaban esperando, exultante alzó los brazos, en abierto júbilo por el destape –minutos antes– de Luis Donaldo Colosio como candidato del PRI a la Presidencia de México.
Tres días después, en Palacio de Gobierno, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, anticiparía “vienen tiempos muy buenos para Coahuila, porque quien hoy ha asumido como gobernador fue quien me presentó a Luis Donaldo Colosio…”.
Semanas más adelante, ya en enero, Colosio visitaría Saltillo como precandidato, y acudió a Palacio a visitar a Montemayor. Juntos tuvieron prolongado y privadísimo diálogo mientras caminaban por la explanada de la Plaza de Armas.
Se iniciaba una nueva administración estatal, pero las especulaciones abundaban. No pocos eran los que apostaban a que Montemayor sería llamado a la Secretaría de Hacienda cuando Colosio asumiera la Presidencia.
Sin embargo, en marzo, un día 23 como hoy, el país se cimbraría, y desde luego también Coahuila, con la noticia del asesinato del candidato del PRI.
En particular en nuestro estado había existido júbilo, optimismo, expectación por “el proyecto” de Colosio, y es que además de la estrecha cercanía con Montemayor, había otros coahuilenses participando en la campaña con responsabilidades de carácter nacional como Javier Guerrero García y Jaime Martínez Veloz, y varios más que llevaban amistad con el candidato. Además su esposa, Diana Laura Riojas, era originaria de la Región Carbonífera.
Son ya 28 años de ese vuelco que dio la historia política de nuestro país, circunstancias y hechos que no han sido esclarecidos, que quedan en esa impunidad tan característica de nuestro país, en el que atinadamente decía Colosio: “veo un México con hambre y sed de justicia”.