Conviven con nosotros desde hace unos 12.000 años, pero no hemos conseguido domesticarlos. Más bien son ellos los que nos han enseñado a quererlos. Adorados como animales mágicos e incluso dioses en el antiguo Egipto, también han sido maltratados y masacrados por simple divertimento a lo largo de la historia. Elegantes, despegados, ¿cuál es la verdadera naturaleza de los gatos? ¿Podemos los soberbios humanos aprender algo de ellos? Ese es el tema de Filosofía felina, reciente libro del pensador y politólogo John Gray, concebido como un homenaje a estos animales y como alegato contra la ilusoria superioridad humana. Los gatos son egoístas sin ego. Aunque pueden reconocerse en el nombre que les han puesto sus dueños, no es raro que lo ignoren y no atiendan sus llamadas. Amorosos cuando les apetece, han evolucionado, pero apenas hay diferencias genéticas entre el animal salvaje y el doméstico. La filosofía felina no es otra que vivir de acuerdo con la propia naturaleza. ¿Un signo de inferioridad frente a los humanos, que han construido elaborados sistemas filosóficos? Quizás no, ya que, nos recuerda Gray, “la filosofía da fe de la precariedad de la mente humana”. Al fin y al cabo, “las personas filosofan por la misma razón por la que rezan”.