De manera reciente Gran Bretaña ha estado en todos los titulares, primero con la renuncia de Boris Johnson como primer ministro británico, después con la llegada de Liz Truss, tercer mujer en desempeñar el cargo más alto de la administración pública del Reino Unido, cuyo acto de presentación ante la reina Isabel II, fue el último acto protocolario de la monarca, y ahora este país, otra vez, vuelve a ser noticia, no por cuestiones políticas o de monarquía sino por aplicar políticas económicas de una manera poco ortodoxa es más hasta pareciera que las estarían aplicando, por lo menos de manera intuitiva, de forma inversa.
Las políticas económicas son las acciones que realiza un gobierno y la autoridad monetaria, generalmente un banco central, para intentar la estabilidad económica, estas políticas generalmente son de tipo de cambio, aquellas que se refieren al valor de una moneda respectos a las divisas; las políticas monetarias, que son las que se refieren a las tasas de interés y a la cantidad de dinero, estas generalmente dependen de un banco central; además de las políticas fiscales, las cuales se refieren a los impuestos que se cobran en una economía y es en estas donde el gobierno de Gran Bretaña ha realizado algo “no tan común” para los economistas monetaristas ortodoxos.
Los impuestos además de ser el canal, más importante en muchos gobiernos, para hacerse de recursos, son una herramienta que sirven para controlar la demanda, manejar el consumo, incentivar la producción y siempre evitar la inflación. Como ejemplo un caso doloroso, después del error de diciembre de 1994, el entonces presidente Ernesto Zedillo aumentó el IVA de un 10 al 15%, seguramente se acuerda de roque señal, pues bien, lo que buscó y logró el gobierno federal, fue la reducción de la demanda o del consumo y con ella evitar que la inflación siguiera afectando el bolsillo de los mexicanos, pues en diciembre de 1994 tuvimos una inflación del 7.1%, para 1995 se disparó al 51.97%, logrando reducirla a un 27.7% para 1996.
Hoy el mundo, más bien la mayoría de las economías viven una época de gran inflación, y la Gran Bretaña no es la excepción, incluso uno de los mayores retos que tiene la ahora residente de Downing Street, Liz Truss, es controlar el “exorbitante” aumento de precios que está viviendo la economía de aquel país, pues de julio del 2021 a julio de este año los precios se han incrementado en un 10%, ellos están acostumbrados a una inflación menor del 0.5%. Ante esta situación un aumento en los impuestos, acompañado de una reducción en el gasto público, sería la acción más “lógica” para controlar la inflación, sin embargo, el gobierno ha anunciado y aplicado la reducción más grande, nunca antes aplicada, en la Gran Bretaña, además de subsidiar con un monto de 170 mil millones de euros equivalentes a más de 3 billones de pesos, a las familias y empresas para reducir los pagos en energía eléctrica y de gas, se han convertido en una mezcla de acciones y políticas económicas poco ortodoxas. Teniendo reacciones nada alentadoras, en un primer momento, en el mercado, generando incertidumbre, devaluación y demasiadas críticas.
Tal vez, sólo tal vez, una vez más las políticas “cocktails” económicas serán la muestra nuevamente de que no todo es blanco o negro en lo que se refiere a las corrientes económicas. Salud por la economía de Gran Bretaña, salud con un “Born to be British”.