El navegador más usado del mundo va a dar carpetazo a uno de los aspectos más controvertidos de internet. Ahora todo el mundo se está preparando para vender anuncios personalizados en el futuro.
La pregunta sobre si aceptas las cookies se ha convertido en la más odiada de internet y, probablemente, la que casi todo el mundo responde sin darle muchas vueltas. Pero pronto será historia. A finales de este año, Google va a acabar con las cookies o, al menos, eso dice.
Aunque no tengas conocimientos técnicos, es relativamente fácil entender qué son las cookies. Se trata de unas piezas de código que rastrean toda la información que dejas cuando entras a una web. En muchos casos, son clave para que las páginas funcionen más rápido y, por ejemplo, guarden tus credenciales en cada sitio. La parte más polémica llega con las cookies de terceros, que es cuándo estas herramientas se usan también para saber tu ubicación, las horas a las que te conectas o qué te interesa más. Son solo negocios: todo eso se utiliza luego para venderte publicidad.
La propuesta consiste en crear un identificador digital que sirva para recorrer el largo y ancho de la web. De este modo, generará una serie de datos pseudonimizados, ya que no se conocerá la identidad completa de cada usuario, pero sí quedará perfilado. Es un modelo similar al que proponen los defensores de la Web3, la supuesta evolución del internet que conocemos, aunque en el caso de las empresas de telecomunicación se trata de un proyecto totalmente controlado por ellas.
Una de las similitudes es que las teleoperadoras crearían un token cifrado para cada usuario, basado en su dirección IP y vinculado a la suscripción a la red, algo que llevarían probando desde hace meses. «Este token permitirá reconocer a un usuario sin revelar ningún dato personal directamente identificable y, de este modo, optimizar la entrega de publicidad gráfica en línea y llevar a cabo la optimización de sitios y aplicaciones», afirman en el texto presentado a Bruselas. Es decir, nadie sabrá la identidad del visitante, pero con una salvedad: las propias telecos, que encontrarían un nuevo nicho. «Los usuarios tendrán acceso a un portal de privacidad de fácil uso. Podrán consultar a qué marcas y editores han dado su consentimiento y retirarlo«.