Información con base en el artículo publicado en el periódico El País México y escrito por ZEDRYK RAZIEL y ELÍAS CAMHAJI
El escenario estaba preparado para un enfrentamiento político crucial: el primer debate entre los candidatos a la presidencia de México. Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez protagonizaron un encuentro marcado por los ataques personales, dejando poco espacio para las propuestas concretas.
Desde el inicio, Gálvez, representante de la oposición, lanzó una andanada de críticas hacia Sheinbaum, cuestionando la gestión de la pandemia y señalando la tragedia de la Línea 12 del metro, entre otros temas. Por su parte, Sheinbaum no dudó en responder, atacando el patrimonio de Gálvez y acusándola de corrupción.
Los ataques no se limitaron al ámbito político, sino que se extendieron a lo personal, con comentarios irónicos y descalificaciones mutuas. Este clima hostil eclipsó las respuestas a las preguntas ciudadanas y obstaculizó el intercambio de ideas entre los participantes.
Gálvez, en su estrategia de confrontación, acusó a Sheinbaum de falta de empatía y la presentó como una figura fría y sin corazón. Sheinbaum, por su parte, defendió su gestión y desestimó las acusaciones de su contrincante.
El debate también estuvo marcado por las críticas a los respaldos políticos de los candidatos. Álvarez Máynez aprovechó para cuestionar las conexiones de Gálvez con dirigentes del PRI, mientras que esta última señaló la presencia de antiguos priistas en el gobierno de Sheinbaum.
Los problemas técnicos y disputas con los moderadores contribuyeron a aumentar la tensión en el debate. Las quejas sobre el tiempo de intervención desviaron aún más la atención de los temas de fondo.
A pesar de abordar temas como salud, educación, transparencia y combate a la corrupción, el debate careció de profundidad debido al formato rígido y la falta de enfoque en propuestas concretas.
Sheinbaum trató de enmarcar la elección como un referendo sobre la continuidad de la Cuarta Transformación, mientras que Gálvez se presentó como una alternativa viable frente al proyecto de Morena. Álvarez Máynez, por su parte, intentó posicionarse como una tercera opción frente a la vieja política.
Al final, todos los candidatos se proclamaron ganadores, pero el saldo fue de «mucho ruido y pocas propuestas». El debate dejó un sabor agridulce, con la promesa de un segundo encuentro el próximo 28 de abril, donde esperamos ver un mayor enfoque en las soluciones para los desafíos que enfrenta México.