Frente a una multitud de partidarios que lo vitoreaban gritando «¡Boric, amigo, el pueblo está contigo!», el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric Font, realizó su primer discurso desde la sede de gobierno.
Liderando una coalición de izquierda que reemplaza a los tradicionales bloques políticos que han gobernado el país desde el retorno a la democracia en 1990, Boric defendió el respeto a los derechos humanos, apoyó el trabajo de la Convención Constitucional a cargo de proponer una nueva Carta Magna y se refirió a los desafíos que tiene el país de cara a los próximos cuatro años que durará su mandato.
Entre ellos, la crisis migratoria que existe en el norte del país, el conflicto con los pueblos originarios en el sur de Chile, la desigualdad social, la delincuencia, la violencia contra las mujeres y las «disidencias», entre otros.
Con 36 años, el presidente más joven de la historia de la nación asume el poder con una ambiciosa agenda de cambios —que incluye reformas al sistema de pensiones, al tributario y de salud—, que responde en parte a algunas de las demandas representadas en el estallido social que comenzó en octubre de 2019.
Su llegada a la presidencia se produce en un momento en que el país atraviesa por un escenario político, económico y social complejo, mientras aún están presentes las huellas de la pandemia, la inflación continúa escalando y existen zonas donde se ha declarado el estado de emergencia a raíz de conflictos sociales.