Las elecciones complicadas y bajo sospecha de fraude preparan el camino de la alternancia. Entre los casos emblemáticos por su repercusión e influencia destacan los de Chihuahua y San Luis Potosí. En 1983 el PAN ganó las principales alcaldías de la entidad norteña y tres años después su candidato Francisco Barrio fue víctima del denominado «fraude patriótico». La intervención del Gobierno federal y en particular del entonces responsable de la política interior, Manuel Bartlett, retrasó la democracia en México. Desconocer el triunfo de Barrio para imponer a Fernando Baeza (PRI) en la gubernatura enardeció no solo al estado, sino al país, despertó a los ciudadanos y encendió la chispa del cambio pacífico.
El asunto llegó a las primeras planas de la prensa de Estados Unidos y Europa. Los intelectuales tomaron partido por la democracia. Lorenzo Meyer, Octavio Paz, Enrique Krauze, Elena Poniatowska, Fernando Benítez, José Luis Cuevas y Carlos Montemayor, entre otros, pidieron anular el proceso. El presidente Miguel de la Madrid se negó entregar el estado «a los empresarios, la Iglesia y a los Estados Unidos», como Bartlett había anticipado, y perdió la oportunidad de trascender como estatista. Barrios se presentó a las elecciones de 1992 y venció al priista Jesús Macías. Los dos últimos gobernadores de Chihuahua (Javier Corral y Maru Campos) también son panistas.
En San Luis Potosí la alternancia tardó más en llegar y resultó peor de azarosa. La oposición al cacicazgo de Gonzalo N. Santos la encabezó Salvador Nava. En 1958 obtuvo la alcaldía capitalina como candidato independiente y al no ser tomado en cuenta por el PRI para la gubernatura se postuló por el Partido Demócrata Potosino. El candidato oficial ganó con triquiñuelas y las protestas ciudadanas fueron reprimidas. Tras un enfrentamiento en el que hubo varios muertos, el Ejército encarceló a Nava y a un puñado de sus seguidores. El activista regresó a la política en 1982 y volvió a ganar la presidencia de San Luis Potosí, esta vez con el apoyo del Frente Cívico Potosino (fundado por él), el PAN y el PDM.
Nava volvió a competir por la gubernatura en 1991 bajo las siglas del PAN, PRD y PDM, pero fue derrotado por el priista Fausto Zapata. La ciudadanía no aceptó el resultado. Nava se puso al frente de la Marcha por la Dignidad, y Zapata renunció dos semanas después de haber tomado posesión ante el presidente Carlos Salinas, quien le había ofrecido apoyo total. Sin embargo, debieron pasar 12 años para que San Luis conociera la alternancia con el panista Marcelo de los Santos. El actual gobernador Ricardo Gallardo milita en el Partido Verde, pero ganó con los votos de Morena.
La oposición en Coahuila provino siempre del PAN. Líderes como Edmundo Gurza, Lorenzo Burciaga, Jacinto Faya, Ramón Nava, Eleazar Cobos y Carlos Páez combatieron a los Gobiernos del PRI sin dar tregua ni cuartel. En 2017, la brega de eternidad, los sacrificios, las persecuciones y la bandera contra la corrupción del «moreirato» colocaron a Guillermo Anaya a unos pasos del poder. Sin embargo, intereses locales y nacionales, aunados a las divisiones internas, frustraron la alternancia. El PAN renunció a su tradición y en lugar de levantarse como con Barrio en Chihuahua, ha preferido agacharse y aliarse con su viejo enemigo. El pretexto de evitar el avance del presidente López Obrador y de Morena enmascara su fracaso.