El suizo deja el deporte a sus 41 años después de participar en la Laver Cup. Lo hace tras ganar 20 Grand Slam y disfrutar de una monarquía inigualable en Wimbledon
Su cara de buena gente y su aspecto de caballero hacían presagiar cosas bonitas. Sin embargo, todo lo que ocurría a lo largo del partido daba lugar al terror. Roger Federer tenía el aspecto del acompañante perfecto. Daba igual que fuera para una boda o para ayudarte con las bolsas del supermercado. Dentro de la pista, no obstante, sufría una metamorfosis que dejaba a sus rivales en jaque mate. Desde hoy, el tenis será menos bonito y menos competitivo sin el suizo, que jugó este viernes su último partido como profesional en la Laver Cup, tras disputar el partido de dobles junto a Rafa Nadal.