Este análisis abre la puerta a comprender si la música puede ayudar en el tratamiento de pacientes que demuestran resistencia a la medicación
La música pone a bailar a las neuronas. Las sincroniza con el ritmo y las conecta con nuestras emociones. Es un fenómeno tan poético como poco conocido. Se sabe que las canciones modulan la actividad neuronal en las estructuras cerebrales subcorticales, modificando nuestro estado de ánimo. Por este motivo, algunos expertos creen que podrían convertirse en una poderosa herramienta para combatir la depresión. La idea tiene sentido en la teoría, pero ha demostrado efectos limitados en la práctica. Solo una pequeña proporción de pacientes afectados de depresión muestra alguna respuesta a los estímulos musicales. En parte porque no se sabe cómo usar este poder, el proceso neurológico que se desata cuando escuchamos una canción sigue teniendo lagunas de conocimiento. Hoy estas lagunas están más cerca de ser conquistadas.
Un estudio publicado este viernes en la revista Cell Reports ha analizado la reacción neurológica a la música en 23 pacientes depresivos que habían demostrado resistencia al tratamiento médico. Se ha leído cómo sus cerebros reaccionaban ante los estímulos musicales. Y se ha visto cómo las oscilaciones neuronales del córtex auditivo —que procesa la información sensorial— y las del circuito de recompensa —que procesa la información emocional— se sincronizaban. Lo que escuchaban se mimetizaba con lo que sentían. Este fenómeno sería, según los autores, el poder curativo de la música actuando sobre el cerebro humano.