Una cosa es votar a Putin, otra es apoyar la guerra en Ucrania y otra muy distinta ir a combatir. El anuncio de movilización de 300.000 reservistas ha desatado una estampida de Rusia. Se agotan los vuelos para salir en los próximos días del país rumbo a Turquía, Azerbaiyán o Armenia y otros países de Asia Central donde los rusos no necesitan visado. Y los precios se han disparado.
La movilización también desató protestas por todo el país bajo el lema que corrió por redes: «Nuestros padres, hermanos y esposos serán arrojados a la picadora de carne de la guerra». Anoche había más de un millar de detenidos.
La Bolsa de Moscú, por el contrario, se desplomó un 10%. El 5 de marzo, Putin había asegurado que no iba a recurrir ni a reclutas ni a reservistas. La promesa se ha desvanecido.