Es una de las carnes más consumidas del mundo por sus magníficas propiedades nutricionales, pero precisamente la piel es la parte que más grasas acumula
María Dolores Fernández Pazos, nutricionista del Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (CINCAP) en Argentina, explica a la BBC que «la piel del pollo tiene un 32% de grasas; es decir, que cada 100 gramos de piel que consumimos, 32 gramos son aporte graso. Si consumimos el pollo con piel, estaremos aumentando el aporte calórico de cada ración en un 50%, aproximadamente «.
Los nutricionistas lo tienen muy claro
Para Fernández Pazos y la gran mayoría de nutricionistas, «la recomendación más saludable y general en la población es retirar la piel antes de comer, para no aportar calorías ni grasas extras en el plato».