La incursión, planeada en secreto, fue una maniobra audaz para alterar la dinámica de la guerra y poner a Moscú a la defensiva, una táctica que también podría dejar expuesta a Ucrania.
Ucrania lanzó una audaz ofensiva militar , planeada y ejecutada en secreto, con el objetivo de cambiar la dinámica de una guerra que parecía estar perdiendo, ciudad por ciudad, a medida que las tropas rusas avanzaban en el este. La operación sorprendió incluso a los aliados más cercanos de Kiev, incluido Estados Unidos, y ha puesto a prueba los límites de cómo se permitiría el uso de equipo militar occidental dentro del territorio ruso.
Para Rusia, fue un momento casi tan impactante como la marcha del mercenario Yevgeny V. Prigozhin sobre Moscú en junio de 2023: el tan cacareado estado de seguridad que había construido el presidente Vladimir V. Putin se desmoronó ante el ataque sorpresa, fracasando en su tarea básica de proteger a sus ciudadanos. Y el contrato social no escrito que ha acompañado en gran medida la campaña de 30 meses de Putin —según el cual la mayoría de los rusos podían seguir con sus vidas normales incluso mientras él libraba una guerra— quedó nuevamente en tela de juicio.
Ucrania, que se encuentra prácticamente a la defensiva desde una contraofensiva fallida el año pasado, ha avanzado once kilómetros en Rusia a lo largo de un frente de 40 kilómetros y ha tomado como prisioneros a decenas de soldados rusos, según afirman analistas y funcionarios rusos. El gobernador de la región rusa de Kursk dijo el lunes que Ucrania controla 28 ciudades y pueblos allí. Más de 132.000 personas han sido evacuadas de las zonas cercanas, según funcionarios rusos.